Aquel 2011

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

16 may 2021 . Actualizado a las 09:51 h.

A este mundo nunca hay que retarlo preguntando qué mas nos puede pasar. El covid son esas toneladas de sal que han ido cayendo sobre todas las heridas. Se filtra en todo. Queda mucho por saber sobre la fecha y la identidad de los primeros enfermos. Hay otros polvos y lodos que se rastrean mejor. Parte del paisaje del 2021 que palpita bajo la niebla del virus viene del 2011. Primero fue la indignación. En junio de aquel año, miles de catalanes rodearon el Parlamento autonómico para protestar contra los recortes presupuestarios. Artur Mas llegó en helicóptero. También Núria de Gispert, que entonces era la presidenta de la Cámara. Mas dijo que se habían cruzado líneas rojas. En Convergència i Unió decidieron cambiar de barco, pero con la intención de seguir en primera clase. A partir de ahora, las manifestaciones de pueblo y libertad las montamos nosotros y las cargas policiales se las apuntamos a otros. Desviaron hacia el adversario el disparador de la ira. Y el resto ya es historia. Por cierto, algunos de los que rodearon el Parlamento catalán fueron condenados por el Tribunal Supremo.

2011. Indignación, pero business as usual. En julio, Bankia salía a bolsa. Rodrigo Rato tocaba aquella campana y, solo unos meses después, la entidad ya era considerada «el elefante en la habitación» en el sistema bancario español. Diez años después del 15M, con Podemos en el Gobierno y con una pandemia sobre las espaldas, las cúpulas de la banca se anotan beneficios gigantescos, recortan puestos de trabajo y se suben su sueldo.

En realidad, lo más revolucionario para la vida diaria de millones de ciudadanos en el 2011 fue el final de ETA. Aunque muchos millenials que dan lecciones en redes sociales apenas sepan nada de lo que ocurrió.