El decreto «por si cuela»

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

SUSANA VERA | Reuters

15 may 2021 . Actualizado a las 09:54 h.

Como hoy es sábado, les pido permiso para una frivolidad informativa. Es que me intrigó en su momento la forma de colar a Pablo Iglesias en la Comisión Delegada para Asuntos de Inteligencia (CNI) y me vuelve a intrigar ahora, después del varapalo del Constitucional, que anula ese decreto y abronca al Gobierno por abusar de ese sistema de gobernar. La disculpa de que hayamos pasado una cruel pandemia no parece justificar que este Gobierno haya acudido medio centenar de veces, una cada diez días, a un procedimiento legal, pero democráticamente odioso. El «decreto Iglesias» debió gestarse más o menos así:

Un día, el flamante vicepresidente segundo, con toda su curiosidad abierta por saber qué pasaba en las entrañas del Estado, se acordó del CNI, que esas sí que son entrañas, se dio cuenta de que su poder no llegaba a ellas y se lo planteó al presidente: «Oye, Pedro, me gustaría tener alguna competencia en el CNI». Pedro, deseoso de que Pablo le debiera una, llamó a Iván Redondo: «Iván, prepárame un informe sobre el CNI. Es que me gustaría que tú, como hombre de confianza y responsable de la estrategia del Gobierno, estuvieras al tanto de sus trabajos». E Iván Redondo reportó al presidente que entre las comisiones delegadas hay una para Asuntos de Inteligencia y cuya función es conocer los trabajos del centro. «¿Y quiénes forman esa Comisión?», preguntó Sánchez. «Hay miembros que lo son por sus cargos y hay la posibilidad de que tú, como presidente, designes a las personas que consideres de interés». Supongo que habrá que hacer algún decreto o algo parecido. Pero eso mejor lo hablas con el ministro de Justicia.

Y Sánchez llamó a Juan Carlos Campo: «Oye, que tengo que meter en esa comisión delegada a Iván Redondo y a Pablo Iglesias». Y el ministro: «Presidente, lo de Redondo tiene lógica, es tu jefe de gabinete, pero lo de Iglesias… Piensa que es el líder de Podemos, que va a levantar ampollas, que hay cosas que Podemos no debe saber». «Pues lo tengo que hacer, Juan Carlos, dale una vuelta». El ministro le dio una vuelta: «Un decreto explícito para Pablo, aunque sea acompañado de Iván, no tiene un pase ante la opinión pública. Pero lo podemos meter en el decreto de medidas sanitarias urgentes». Sánchez no salía de su asombro: «¿Y qué tiene que ver el CNI con el virus y encima con Pablo Iglesias por medio?». «Nada -respondió el ministro-, pero cosas así se hacen en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos y se ha convertido en costumbre». El presidente lo autorizó: «Lo mismo cuela», se dijo, y llamó a Pablo: «Pablo, que me debes una». Lo malo es que se enteraron los de Vox, esos incordios, y lo llevaron al Constitucional.

El Constitucional dijo lo que dijo, y a mí -no pude evitarlo- me quedó la sensación de que se había colado un alijo de cocaína en una remesa de vacunas con la pegatina de «Gobierno de España».