Las mayorías, la izquierda y el dial de autocrítica y autoafirmación

OPINIÓN

Una multitud celebra la derrota de Trump cerca de la Casa Blanca
Una multitud celebra la derrota de Trump cerca de la Casa Blanca JOEY ROULETTE | REUTERS

08 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿De qué depende el estado de limpieza de los váteres en sidrerías y bares? Podemos pensar que depende de la gestión del local o de la conducta de la gente y de las dos maneras tendríamos razón. Pero solo la primera explicación nos lleva a alguna parte. Decir que un baño está sucio porque la gente es muy guarra es discutible, pero sobre todo inútil. Cuando la gestión del local es correcta, el baño está limpio. En 2004 Zapatero decía sobre la patraña del 11 M que al pueblo español no se le puede engañar porque es un pueblo sabio. En contraste, algunos andan diciendo que el madrileño debe ser un pueblo bobo, porque solo los bobos votan a un personaje incapaz de hilvanar un pensamiento y que dio muestras nítidas de maldad. Cuando los humanos nos juntamos, formamos una pasta que llamamos «gente», que tiene propiedades distintas de los individuos que la integramos. Calificar de sabia o de boba a la «gente» es predicar el evangelio de la necedad. No se trata de si es verdad que un individuo que mea fuera del retrete es un guarro o que un vecino que vota a Ayuso es un memo. Las calificaciones o descalificaciones de la «gente» son solo expresión de arrebatos, de prejuicios o de picos de frustración o júbilo. Pero no conducen a nada ni explican nada. A la «gente» no hay que calificarla, hay que entenderla.

Por eso mismo la opinión mayoritaria de la «gente» en democracia zanja quién manda, pero no quién tiene razón. Un demócrata puede sentir repugnancia por Trump y Bolsonaro, aunque los vote la mayoría. El propósito de enmienda no consiste en disolver los principios en la melancolía. La autocrítica en el fracaso debe tener como suelo una autoafirmación en convicciones. Es la tarea que tiene por delante el perdedor: buscar el punto del dial en el que la autoafirmación no sea obcecación en el error y la autocrítica no sea melancolía.

Es necesario el refuerzo en algunas convicciones:

1. Madrid es una anomalía. En el jardín silvestre y sin podar de las autonomías, Madrid se está convirtiendo en una especie de Hong Kong, un sistema que es un cuerpo extraño dentro de otro sistema, que absorbe con trampas fiscales riqueza de las demás comunidades y la deposita en el bolsillo de los ricos. Los ricos de toda España detraen dinero de nuestros servicios públicos y se lo quedan a través de Madrid.

2. La corrupción del PP de Madrid es sistémica desde hace décadas y no renuncia a sus prácticas delincuentes.

3. Ayuso es un personaje elaborado por un equipo a partir de los vaivenes emocionales de la tragedia de la pandemia y del populismo de la ultraderecha, con sus componentes habituales: diferenciación identitaria; rebeldía humilde impostada, que nunca se dirige a los poderosos sino a políticos, servicios públicos y gente pobre a la que se presenta como privilegiada; y polarización e insulto y deshumanización del adversario.

4. La utilización de la pandemia para crear el personaje público llevó a una gestión sanitaria caótica solo destinada a singularizar a Madrid y a Ayuso como referente contra Sánchez. El resultado son cifras de muertos y contagios muy altos con una economía igual de golpeada (el informe del 5 de mayo de la Agencia Independiente de Responsabilidad Fiscal señala que en el primer trimestre la economía de Cataluña subió un 0,3%, mientras que la de Madrid cayó un 1,2% y solo bajó más La Rioja, Navarra, Extremadura y Castilla La Mancha; la media nacional cae el 0,5%).

5. El sistema ultraliberal de Madrid va debilitando la protección social y va entregando al lucro privado, con derivaciones corruptas, los servicios públicos y nuestros derechos básicos. La desigualdad social se dispara y la segregación social de su sistema educativo ya solo es superada por Turquía.

6. Lo que propone el ultraliberalismo es la barbarie y la pretensión de que se es rico o pobre por merecimiento. Pero lo que realmente busca es peor que lo que propone. Quiere oligarquías estancas y clase baja a granel sin oportunidades de mejora. El porcentaje de ricos que lo son por herencia familiar es altísimo en España.

7. En Madrid triunfó la banalización máxima de la política: polarización, enfrentamiento, inmersión emocional, ausencia de ideas y debate.

8. La extrema derecha y el PP están deteriorando la convivencia y es preocupante la bajeza moral que están alcanzando los medios afines.

9. La derecha en el poder tiene patria, pero sobre todo clase social. Fuera del poder solo tiene clase social.

En la autocrítica hay que destacar al PSOE. Sin PSOE no hay izquierda posible (y con él normalmente tampoco, pero sin él desde luego no). Podemos se limitó a no fracasar más y el potencial de MM es una incógnita. Es evidente que la gestión publicitaria de MAR ganó a la de Iván Redondo, pero ese no debe ser el núcleo de la autocrítica. El avance hacia una sociedad más injusta se produce porque se rebasan los límites del principio de que cuesta más gobernar chocando con los poderosos que con los humildes. La derecha gobierna sin concesiones y con una radicalidad creciente. La izquierda (y ahora mismo no es solo cosa del PSOE) rehúye el choque con los poderosos y con la demagogia de la oposición derechista. A la izquierda le falta firmeza. Todas las ideas del PSOE están en venta, todas son negociables. La izquierda pierde como perdió en Madrid si no muestra a la mayoría que sus medidas benefician a la mayoría sin que deje de haber ricos y grandes empresas.

Y para mostrarlo hay que hacerlo. Biden empieza su mandato sabiendo que Trump consiguió diez millones de votos más y que sus seguidores tomaron el Capitolio. Está propiciando impuestos más altos para la rentas más altas, la eliminación de las patentes para la universalización de las vacunas, más gasto público, más presencia del Estado, mejora de las condiciones laborales. Se contrasta con la barbarie racista y autoritaria de Trump con la firmeza en convicciones opuestas. Nuestro Gobierno se niega a una tasa especial a las grandes fortunas, que está pidiendo hasta el FMI, y ahora pretende tasas en todas las autovías, por ejemplo. Primero elude el debate ideológico y de principios sobre esa tasa a grandes fortunas en un momento de emergencia nacional, dejando a sus anchas las tribunas que pregonan que eso es comunismo. Y ahora sí remanga la camisa para justificar esa tasa de autovías con la morralla neoliberal de que paguen los servicios quienes los consumen y liberar de su coste a quien no los usa.

Mi padre tuvo Párkinson a los 54 años, no sé qué hubiera sido de él (y de nosotros) si financiáramos la sanidad con semejante principio. Así es como se pierden apoyos. Biden (aunque es pronto para hablar en serio de él) parece que quiere enfrentar unos principios a otros ejerciéndolos sin titubeos. El Gobierno tiene leyes mordaza sin abordar y una armonización fiscal de sentido común pendiente y solo mencionada de manera titubeante. No hay nada en una armonización fiscal territorial que no se pueda decir alto, claro y con firmeza en Madrid. Recordemos que el diseño inicial de la campaña del PSOE era impuestos como los de Ayuso y con este Pablo Iglesias no.

El contraste ideológico no puede ser la propuesta principal. Claro que hay que llamar fascismo al fascismo y ser antifascista. Pero lo principal es ir al detalle. El que se cree justificado por la altura de su ideología suele acabar trasladando la sensación de que las cosas diarias son minucias en comparación con las grandes cuestiones del planeta y el mundo. Es decir, acaba dando sensación de altivez y arrogancia. La firmeza en las convicciones tiene que ir acompañada de una atención reconocible a las cosas pequeñas del día a día, que son la vida real de la gente. La reducción de la política a pulsiones emocionales es banal y peligrosa. Pero la falta de empatía y desatención a estados de ánimo, miedos o esperanzas, en momentos de tanto desgaste y cansancio, es también antipolítica. Y así cualquier monigote sin ideas les puede dar a las oligarquías parásitas y a la mugre reaccionaria el voto de la mayoría en nombre de la libertad.