Asturias llega maltrecha a este 1º de Mayo. Cuando todavía no se había recuperado de la crisis de 2008 ni de las políticas de recortes contra los derechos laborales y sociales impuestas por la derecha, que tanto daño causaron, llegó la pandemia del coronavirus, que hundió nuestra economía y ha provocado una devastación inédita en el empleo.
En el último año nos hemos volcado en hacerle frente. Como primer sindicato del país respondimos a las necesidades de la clase trabajadora y sumamos nuestras propuestas al diálogo social confederal, fruto del cual hemos logrado los ERTE que han evitado cascadas de despidos, y en Asturias aportamos sólidas bases a la concertación de emergencia que estableció medidas paliativas y puso andamios para la reconstrucción laboral y social de la región.
Pero a la crisis provocada por la covid, en Asturias tuvimos que sumar una crisis más, una crisis propia: la de nuestra industria. El sector esencial de la economía regional, herido de muerte si no se le aplican remedios contundentes y de forma urgente.
Desde hace años veníamos advirtiendo de que los precios de la luz, insoportables para la gran industria asturiana, estaban poniendo en peligro la viabilidad del sector. Por eso, particularmente desde el conflicto con Alcoa en otoño de 2018, reclamamos un estatuto para la industria electrointensiva que garantizara unos precios de la luz que nos permitieran competir en igualdad de oportunidades con los países más industriales de Europa y que sí se han volcado en apoyos al sector. Pero el estatuto tardó dos años angustiosos en llegar y además no sirve.
Una alarma más se encendió con el proceso de descarbonización acelerado por el Gobierno de Sánchez y que nos ha pasado por encima como una apisonadora, sin darle tiempo a Asturias a adaptarse. Y que nos ha traído cierres de minas y térmicas pero no las compensaciones prometidas (y eso es algo que tiene que reclamar con mucha más vehemencia el Gobierno asturiano).
Hay más promesas incumplidas. El Gobierno tiene que subir el salario mínimo y derogar la reforma laboral y la de pensiones. No hay aplazamiento que valga. No hay motivo de justifique la demora.
Subir el salario mínimo no solo era una promesa, sino que es una exigencia si queremos cumplir con la Carta Social Europea y que alcance el 60% del salario medio en esta legislatura. Es de justicia y beneficiaría a los trabajadores y trabajadoras más débiles, miles en Asturias.
Con la derogación de la reforma laboral se trata no solo de cumplir el compromiso con la ciudadanía y con los sindicatos que representan a la clase trabajadora, se trata de acabar con la mayor trituradora de empleo que ha soportado nuestra democracia y con esa máquina de precariedad. La prueba es el número de trabajadores y trabajadoras pobres que alcanza el país. Así que derogar la reforma laboral del PP es urgente, como primer paso para poder avanzar hacia un modelo de relaciones laborales en el que prime el trabajo estable y con derechos (no el «te callas o te echo»).
Y también tenemos que hablar de las pensiones. Acabar con la reforma impuesta por el PP y volver a los consensos del Pacto de Toledo ha sido otra reivindicación sindical y del colectivo de pensionistas en estos últimos años, con movilizaciones masivas en las calles. Otra promesa pendiente de este Gobierno.
Todos estos compromisos deben hacerse realidad. Para que salgamos pronto y bien de la crisis que nos ha empobrecido brutalmente. Para recobrar la confianza en nuestro Gobierno y reforzar la democracia frente a quienes no creen en ella. Por nuestro país y por Asturias.
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