Pasar página

OPINIÓN

María Pedreda

30 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No ha podido ser más inusual todo lo que ha rodeado a las elecciones en la Comunidad de Madrid. En primer lugar, el adelanto fue la respuesta de Ayuso a una moción de censura como las que se realizaron en Murcia y Castilla y León, y ante la inestabilidad de su gobierno y las horas bajas en las que se encuentra Ciudadanos prefirió citar a la ciudadanía un martes para una legislatura de dos años. En segundo lugar, si pensábamos que la máxima tensión de la política en España estaba en Euskadi o en Catalunya, la realidad ha dejado claro que la peor crispación se encuentra más bien en el centro del país. No sé si recordaremos estos días por las múltiples amenazas mediante cartas acompañadas por balas, pero lo que sí espero de las y los electores es que no se muestren equidistantes ante el odio porque se trata de defender la democracia. En tercer lugar, y a consecuencia de lo anterior, no ha habido más que un debate en Telemadrid porque la ultraderecha ha llegado a unos extremos que las y los demócratas no podemos tolerar.

Lamentablemente el ambiente hostil ha impedido conocer los planes y los proyectos de cada partido, porque desde que ocurrió el incidente en la Cadena SER todo dio un vuelco y las propuestas de cada uno quedaron en un segundo plano. Las últimas encuestas le dan una cómoda victoria a Ayuso, aunque le faltaría un trecho para llegar a la mayoría absoluta y gobernar ella sola. Ante la desaparición de Ciudadanos, su único socio posible sería Vox, así que el día 4 hay dos bloques claramente enfrentados y el resultado final tendrá muchas lecturas, pero en síntesis el PP se juega mantener la Puerta del Sol con la mano de Rocio Monasterio o perder un lugar tan importante y estratégico para su acción política. Ojalá la izquierda, que ha sido muy inteligente en no tirarse los trastos unos a otros, sume y tengamos a Ángel Gabilondo como el próximo Presidente de la Comunidad y se pase página a dos décadas de gobiernos del PP que han desmantelado todo lo público.

Fuera de nuestras fronteras, se han cumplido los 100 primeros días de Biden en la Casa Blanca, donde hay que reconocer que no hay color con su antecesor, sobre todo en las políticas encaminadas a luchar contra la pandemia. Con sus firmas se ha pasado página a la era Trump gracias a los planes de rescate para familias y empresas (está pendiente de aprobarse en el Congreso nuevas medidas para en materia educativa). La otra cara de la moneda la hemos visto con las imágenes de la India, donde los hospitales se saturan y se quedan sin oxígeno para los enfermos de la COVID. Es evidente que los países con más recursos van a tener más facilidad para inmunizar a su población, pero no es menos cierto que si no se realiza una campaña de vacunación coordinada a nivel internacional podremos estar con esta pandemia mucho más tiempo del previsto. 

Mañana será otra vez 1 de mayo, y por segundo año consecutivo las manifestaciones de los sindicatos no contarán con afluencia masiva, pero no por ello las reivindicaciones contra la precariedad laboral deben cesar. Es primordial pasar página a la reforma laboral del PP para que mejore la calidad del empleo y, por ello, la vida de las personas. Seguimos con unos datos inasumibles de paro juvenil y si no se pone remedio pronto, las consecuencias serán muy perjudiciales para el porvenir de nuestro país.