El cartel de Vox: el hocico del fascismo

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

Jesús Hellín | Europa Press

27 abr 2021 . Actualizado a las 08:37 h.

En un chat privado de militares retirados, el general Francisco Beca propone fusilar a 26 millones de españoles -«y creo que me quedo corto»- para solucionar los males de la patria. Días atrás, terroristas anónimos amenazan de muerte a los ministros Marlaska y Reyes Maroto, a la directora general de la Guardia Civil y a Pablo Iglesias. Y, como prueba de que van en serio, adjuntan en sus cartas balas de fusil y una navaja ensangrentada. Síntomas inquietantes a tenor de la experiencia histórica, porque guardan similitud con los que precedieron a la ascensión de los fascismos en Europa.

Si no existiese Vox, con su capacidad de arrastre de millones de españoles, quizá aquellos episodios quedarían pronto relegados al desván de las anécdotas. Reducidos al desahogo de cuatro exmilitares, nostálgicos del franquismo y de la españolísima tradición golpista, a quienes la artritis les impide apretar el gatillo para cumplir su misión patriótica. Y a las amenazas de cuatro descerebrados, cobardemente escondidos en el anonimato, que la policía debe identificar y llevar ante el juez. Pero Vox existe, y no solo se niega a condenar aquellos hechos, sino que rechaza a sus blanqueadores de la «derechita cobarde» y asoma su hocico fascista a través de un cartel: «Un mena, 4.700 euros al mes. Tu abuela, 426 euros de pensión al mes». Lo mismo decía la propaganda nazi que preparaba la «solución final»: un discapacitado nos cuesta 60.000 marcos durante su vida.

«El fascismo es una mentira contada por matones», escribió Ernest Hemingway. El cartel de Vox no es una mentira: es un cóctel infame de mentiras y manipulaciones. Mienten las imágenes. El mena de la imagen, con capucha y tapaboca de terrorista o delincuente, no es un menor, ni inmigrante, ni pisó en su vida España. Le pixelaron los ojos para engañarnos y hacernos creer que ese joven veinteañero, de Bangladesh por más señas, era menor de edad. No sé quién es la abuela de la foto, que a juzgar por su aspecto y vestido hace milagros con su mísera pensión, pero desde luego no es tu abuela ni la mía. Mienten los datos. Ninguna «abuela» cobra 426 euros de pensión: esa es la ayuda que perciben los parados de larga duración que han agotado las prestaciones por desempleo. Ningún niño o adolescente acogido en un centro de protección de menores cobra 4.700 euros al mes: percibe una asignación semanal de 6 a 16 euros, en función de la edad, sea español o extranjero. Aquella cifra se refiere al coste puntual de determinadas plazas de acogida. Con el mismo criterio, Vox bien pudo establecer en su cartel: «El Chicle, asesino de Diana Quer, 2.800 euros al mes. Tu padre, 426 euros de paro al mes».

De ese cóctel de manipulaciones y mentiras se desprende el abyecto mensaje, implícito en el cartel y explícito en boca de Rocío Monasterio: esos niños de acogida le roban a tu abuela la pensión y, además, en cuanto se descuide, la violan. Crean inseguridad y, por tanto, amenazan su libertad. Se impone, por tanto, la «solución final»: o los ponemos de patitas en la frontera o los echamos al mar.