Una vez más llega a nuestro calendario el día 14 de abril. A pesar de la compleja situación que estamos viviendo hoy día, no es mal momento para echar un vistazo hacia nuestro pasado, reflexionar sobre lo que ocurrió en nuestro país no hace tanto tiempo e intentar buscar los motivos por los que a tantísimos españoles y españolas se les arrebató su vida por cometer el «delito» de creer en la libertad y la democracia, algo que, aunque algunas personalidades o incluso líderes políticos intentan ocultar o silenciar, es irrefutable.
Me llama la atención, que en días como hoy el debate sobre República vs Monarquía, se centre en que quien se declare abiertamente republicano o republicana, comience a recibir respuestas centradas en la historia de España. Casi siempre suelen aparecer afirmaciones relacionadas con la inestabilidad política de la II República, la hambruna del momento o las atrocidades que ambos bandos cometieron durante la guerra. Incluso nos llamarán «comunista» o incluso uno, cuyo uso nuestra historia debería lamentar atendiendo a quienes lo emplearon para asesinar, «rojo», «roja». Sin embargo, nadie habla sobre la utilidad, inutilidad, que tiene la monarquía para mejorar nuestras condiciones de vida o el motivo por el que la jefatura del Estado debe decidirse en base a una línea sucesoria de la familia real y no mediante elecciones democráticas.
En el siglo XXI, ser republicana, para mí, no es ser más o menos patriota, no es que me guste más o menos la historia de España, o que prefiera la tricolor. Se trata de algo tan sencillo como es apoyar que la jefatura del Estado, cuyas funciones gozan de gran relevancia e impunidad legal, sea electa por la ciudadanía y legitimada con el transcurso de varios años al igual que ocurre con otros cargos como la presidencia del Gobierno.
Ser republicana, hoy, es no mostrar una actitud de pasividad y aceptación incondicional y acrítica respecto al tema de la corona. Es cuestionar, y no mirar para otro lado como si nada pasará, y hacer caso omiso a los numerosos casos de corrupción vinculados a la Casa Real. No es convencer, ni pretender retroceder 89 años en el tiempo, no es querer vengar una guerra, y tampoco es intentar instaurar un régimen comunista o cambiar una bandera.
Es simplemente defender que todo aquel que tenga decisión sobre nosotras y nosotros y nuestras vidas sea legitimado y elegido por la ciudadanía, así como proteger valores básicos como la democracia, la libertad e igualdad.
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