Abril del 2010. Madrid. El fútbol español vive su época de esplendor. El Barça de Guardiola, heredero de la España de Luis, es lo nunca visto. Xavi, Iniesta, Villa, Pujol, Busquets y Piqué, campeones del mundo en plenitud. Messi reencarnado en Diego. Florentino despide a Pellegrini y contrata al entrenador más laureado del mundo. Pep orina colonia. Mou es un villano de cómic. Trump antes que Trump. El azar dibuja un abril imposible. Mou viene de perder la liga tras una derrota en Chamartín contra el Sporting de Preciado, con quien ha tenido un enfrentamiento sonado. A Florentino se le acaban las balas. El antídoto no funciona.
Abril del 2010. Madrid-Barcelona. El fútbol español vive su momento de mayor desdoro. El 20, en Mestalla, final de Copa. El Madrid no la gana desde 1992. Hace solo ocho años del Centenariazo y aún escuece en Concha Espina. Casillas salva a su equipo durante 104 minutos. Pero en una contra diabólica, Cristiano le dobla las manos a Pinto. Portero ramplón, juega por decreto Messi y le da a Mou su primer título en España. Florentino respira. A Ramos se le cae del autobús la copa, arrastrada varios metros por la Castellana.
Dos semanas después, semifinales de Champion. Guardiola llega a sala de prensa y dice que Mou es «el puto amo». El Barça gana 0-2 la ida con dos golazos de Lío, en un partido marcado por las expulsiones de Mou y Pepe, este último por una entrada a Alves a la altura de la rodilla. Entonces entra en acción Mou. Es la famosa rueda de prensa de los por qués, El luso acusa a Guardiola de ganar ayudado por la UEFA. En la vuelta, 1-1 y el Madrid eliminado. Messi gana su segunda orejona con un gol también imposible al United. En la Supercopa de agosto tocamos fondo. La ida en el Bernabéu, 2-2, es una reyerta. La vuelta, 3-2, otros dos golazos de Lío, pasa a la historia porque Mou le mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Y por ser el principio del fin de la selección campeona. Internacionales que hace un año celebraban el mundial en Johannesburgo se zurran como enemigos de toda la vida. El sumun de la vergüenza. Pep y Mou, dos egos desmedidos. Las televisiones de capital italiano explotan el filón de la España goyesca, moliéndose a garrotazos, mentando a los muertos del prójimo mientras se le acuchilla con una navaja de siete muelles. Rociito ya es historia y ahora la riña de gañanes se exporta al noble balompié.
Abril del 2021. Las teles italianas empeoran el modelo. La política es aún más rentable y no hay que pagar derechos. Otro calendario imposible, manejado por Iván Redondo. Pablo Iglesias e Isabel Ayuso. Dos egos desmedidos. 2 de mayo goyesco. Desde antes de Núñez, para el Barça, el Madrid es la medida de todas las cosas. Si los blancos eliminan al Liverpool, se meten en otra final y la ganan, la temporada culé será una debacle, aunque ganen liga y copa. También en política, para Cataluña, Madrid es la medida de todas las cosas. Así que ahora todos sueñan con repetición electoral. Porque todos otean un triunfo en Madrid. Redondo y Sánchez buscan con Gabilondo un centro que quizás ya no existe. Podemos perdió la alcaldía por hacer el tonto con Carmena y Errejón, y ahí empezaron todos sus males. También quiere ganar Madrid Yolanda. «Yo no soy de Podemos». Y Arrimadas, que, pásmense, sigue viva. En la otra acera, Casado tiene otra oportunidad. Ayuso, que ha dejado fuera de juego a Feijoo, se rebela contra el Estado como antes hicieron Puigdemont y Junqueras. La invasión de franceses del 2021 más que goyesca es kafkiana. Sánchez y Darias nos han convertido en súbditos cubanos. El turismo como fuente de divisas.
Puigdemont también sueña con partido de vuelta. Olvidado en Waterloo, perdió la Generalitat por 675 votos en Lleida. Lo mismo ERC, la CUP, Colau. Todos quieren ganar Madrid. Atrapado en su retórica, el independentismo se lincha mientras anhela los indultos. Antes o después, Sánchez, otro ego desmedido, tendrá que preguntarle a su espejo si hay alguien más guapo que él. Y tendrá que elegir. Centro o populismo. ¿Generales en otoño? Todo se sabrá tras el goyesco 2 de mayo. Ayuso ha roto la hoja de ruta. Levantamiento popular. Nacionalismo centralista. Napoleón y Trump removiéndose en sus tumbas. Madrid, 6,6 millones de habitantes. Cataluña, 7,6. Y los otros 33, haciendo el tonto, mirando a Rociito en las teles italianas.
Comentarios