El fenómeno de la irresistible ascensión de Isabel Díaz Ayuso da para varias tesis doctorales. De ser una perfecta desconocida que perdió las elecciones ante Gabilondo con unos pésimos resultados, se ha convertido en solo dos años en la gran esperanza blanca de la derecha, opacando totalmente a Casado. Madrid tiene los peores datos de la pandemia de España y ahora mismo es zona de riesgo extremo. La desastrosa gestión de Ayuso y su consejero Escudero de las residencias está en vía judicial. ¿Cómo es posible que haya dado la vuelta a esta situación? En primer lugar, haciendo una política que emula a Trump y Bolsonaro, con Miguel Ángel Rodríguez, el que fuera gurú de Aznar, a los mandos, que ha diseñado una efectiva estrategia de agitación y propaganda: continuas apariciones públicas, fotos icónicas, mensajes cortos y simples, como el lema electoral «comunismo o libertad», grandes operaciones a su mayor gloria sin importar el coste (Ifema, Zendal), nacionalismo de andar por casa y victimismo, al estilo de los independentistas catalanes. No importa faltar a la verdad, negar los hechos y las evidencias científicas, si se hace con desparpajo, cinismo y sin complejos. Pero su gran arma es la confrontación total con el Gobierno, algo que entusiasma y moviliza al sólido y peculiar electorado madrileño de derechas. Mientras la Comunidad Valenciana ha logrado parar en seco al virus con medidas restrictivas, ella deja abiertos bares y restaurantes, dando una falsa sensación de normalidad que mucha gente aprecia. Si Feijoo logró erradicar a Vox de Galicia desde el centro, Ayuso hace justo lo contrario. Para frenar a la ultraderecha, ha asumido sus postulados hasta tal punto que sus votantes la idolatran.
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