Espartaco, Ben Hur o Quo Vadis son obras maestras, películas «de romanos» que reaparecen en nuestras pequeñas pantallas cada Semana Santa. Con o sin pandemia, sus protagonistas sufren varios tipos de tormento o martirio, pero nunca tuvieron que enfrentarse al viacrucis de los comentaristas que retransmitieron para TVE el España-Kosovo. No podían decir el nombre de la selección que jugaba contra el combinado de Luis Enrique. Y pasaron las de Caín.
Habían recibido instrucciones muy claras del Gobierno, recordando que España nunca ha reconocido oficialmente la independencia de Kosovo. Y las ejecutaron, con desigual fortuna y poderoso eco en las redes sociales. Hubo rótulos con la K en minúscula. Se escucharon piruetas y giros lingüísticos como «el equipo de la federación de fútbol de Kosovo» o el «equipo kosovar». Solo les faltó inspirarse en Mariano Rajoy y acuñar un «ese equipo del que usted me habla».
En Twitter el alboroto fue casi inmediato y coleó hasta el Jueves Santo. Fueron trending topic tanto Kosovo como Yugoslavia. Se habló poco de fútbol (ganó la selección). Y mucho de imperios, naciones y territorios. La polarización fue máxima. Los centralistas -incluso los ubicados más allá de la derecha- refrendaron la doctrina del Gobierno socialista. Los que ven con buenos ojos el independentismo se rasgaron las vestiduras. Y se olvidaron de lo mucho que les gusta usar «estado español» para no tener que decir España.
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