He visto el estremecedor documental de Netflix sobre el caso Nevenka en dos días, sobrecogida, con una sensación que era (y es) mezcla de rabia, indignación y soterrada alegría porque conocía el final. Lo que queda ahora en mi cabeza, unos días después, son voces. Cinco voces que resuenan, mientras me ducho, mientras me preparo el desayuno, mientras conduzco o mientras empujo el carrito de la compra en el supermercado.
En primer lugar está la voz de la propia Nevenka que dice: «Por entonces ya estaba hecha una piltrafa». Habla del momento anterior a la denuncia, cuando ya ha atravesado el infierno del acoso. «Piltrafa», dice, y esa palabra se hunde en mi carne como un cuchillo. ¿Qué es una piltrafa? Voy al diccionario y esto es lo que encuentro: 1. f. Parte de carne flaca, que casi no tiene más que el pellejo. 2. f. Persona de ínfima consistencia física o moral.
La segunda voz que escucho es la del rey emérito. Cuenta la propia protagonista que en septiembre de 1999 los reyes fueron a visitar Ponferrada. En un momento en que saludaban a la gente por las calles, se acercó una comitiva del ayuntamiento, entre los que estaba ella. Al verla, don Juan Carlos dijo algo como: «Eres muy guapa». Y Nevenka contestó: «E inteligente, majestad». ¿Qué es lo que lleva a una persona a decirle eso a otra que no conoce de nada, en un contexto profesional? ¿Lo diría delante de doña Sofía? ¿Solo pretendía agradar o iba más allá y de verdad creía que se la iba a ligar allí mismo? Me desconcierta, me repugna y también me produce risa.
La tercera voz es la ya conocida del fiscal del caso, José Luis García Ancos, que luego sería retirado del juicio por interrogar a la testigo como si fuera una acusada, con aquel célebre «usted no es la empleada del Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos». En estos días pienso en él. Será ya un viejito jubilado, vulnerable, tal vez a la espera de la vacuna. Pienso si volvería a repetir eso ahora que es mayor y no está en una posición de poder.
La cuarta voz es la de una vecina de Ponferrada. Como es sabido, la gente de la ciudad se echó literalmente a la calle para defender a su alcalde. Hombres y mujeres con pancartas esperaban a la entrada de los juzgados. Entre el guirigay y los gritos, el documental resalta la voz de una mujer que dice con un tono agresivo y violento: «A mí no me acosa nadie si no me dejo». Sin palabras.
La última voz, la quinta, es la del propio alcalde, o mejor dicho, la de Nevenka repitiendo en el juicio lo que le decía él: «Te toco el culo cuando me salga de los cojones. ¿Qué vas a hacer? ¿Denunciarme?»
Pues resulta que le denunció.
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