La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, declaró recientemente en El Objetivo de La Sexta que presentar ahora una moción de censura sería una irresponsabilidad. Basaba su convicción en la situación general del país, en su grave crisis sanitaria y con gente muriéndose por la pandemia. Dicho y hecho: al poco tiempo, su partido presentó una moción de censura en la Región de Murcia contra quien hasta un minuto antes había sido presidente del Gobierno de coalición, precisa y casualmente con Ciudadanos. Cabe que la señora Arrimadas no hubiera sido informada previamente. Si lo había sido y autorizó la moción, su palabra queda por los suelos, y este cronista lo lamenta sinceramente. Si no había sido informada y se enteró por la prensa, la indisciplina de su representante regional, Ana Martínez Vidal, es de antología.
Si esto pareció un despropósito, lo que vino después consiguió superarlo. Ya se habla de terremoto autonómico. En Madrid, Díaz Ayuso pensó que le podría ocurrir lo mismo, porque los intentos de presentar también una moción de censura habían sido aireados por el PSOE, solo faltaba el «sí» de Ciudadanos y lo ocurrido en Murcia lo hacía posible. Así que reaccionó con velocidad de tigresa y anunció convocatoria de elecciones. Solo cometió un error de principiante: fue indiscreta, dejó que se conociera su intención y Más Madrid y el Partido Socialista presentaron sendas mociones que fueron aceptadas por la Asamblea de la Comunidad. Ahora se abre un fenomenal embrollo jurídico para decidir si se convocan elecciones o se tumba a la presidenta censurada.
Y como rascar y censurar todo es empezar y el miedo es libre, los socialistas de Castilla y León quieren evitar las elecciones y presentan también moción de censura contra el popular Fernández Mañueco. El caos ya es general. Murcia ha sido esa mariposa del cuento que al emprender el vuelo provocó un huracán. El mapa político surgido de las últimas elecciones autonómicas queda desbaratado. Los partidos de centro-derecha por cuya unidad clama el electorado conservador rompen relaciones, uno de ellos se pasa al enemigo y le hacen un regalo a la izquierda que ni Sánchez podía imaginar en sus mejores sueños. Este miércoles se quedó sin alternativa y aumenta su poder territorial. Todo ello, gratis total. Como el maná que la Providencia deja caer generosamente en el desierto.
Y yo vuelvo a las palabras de Inés Arrimadas: una moción de censura en este momento es una irresponsabilidad. Si son tres las mociones, tres son las irresponsabilidades. Cuando se trata de dar el último empujón para erradicar el coronavirus, cuando se trata de actuar conjuntamente para combatirlo ante los peligros de la Semana Santa y cuando la crisis social está a punto de estallar por la economía, prácticamente todos los partidos de dimensión estatal demuestran que lo único que les importa es el poder.
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