En el mundo de Iglesias, Puigdemont es un exiliado similar a los republicanos que huyeron del franquismo; Junqueras, un preso político; en España no hay normalidad democrática; el delincuente Pablo Hasel, condenado por glorificar el terrorismo e incitar a la violencia y el odio, pero también por agresión y amenazas, es un símbolo de la libertad de expresión; los que tiran adoquines a los policías e incendian las calles no merecen ninguna condena; y los medios de comunicación deben ser controlados desde el poder. ¿A qué juega Pablo Iglesias? El líder de Podemos ha vuelto a ponerse el traje de antisistema, que lució en su juventud, obviando que él es el sistema, como vicepresidente segundo, aunque sea de un país que, en su opinión, no es una democracia normal. ¿A qué juega Pablo Iglesias? Pero, claro, el eminente doctor en Ciencias Políticas se ha dado cuenta ahora de que «estar en el Gobierno no significa estar en el poder», porque los que mandan de verdad son los poderosos. Además, está haciendo todo lo posible para tensar al máximo la coalición gubernamental hasta llevarla a una situación límite. ¿A qué juega Pablo Iglesias? De momento, esas diferencias cada vez mayores en el Gobierno, que no le importa airear, y su silencio respecto a los vándalos callejeros han logrado que ya apenas se hable de Bárcenas, de la corrupción en el PP o del siniestro total de Pablo Casado en Cataluña. ¿A qué juega Pablo Iglesias? Se ha convertido en un agitador político, un comentarista de la actualidad, que trata de combinar el imposible triple papel de número tres del Gobierno, antisistema y líder de la oposición. Mientras, su agenda oficial queda un día tras otro vacía. ¿A qué juega Pablo Iglesias?
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