Martita de Graná, una cómica a la que sigo mucho en redes sociales, subió el miércoles en su página en Facebook un vídeo en el que enumera «lo que la va a liar el 2021» solamente en enero: coronavirus, Filomena, asalto al Capitolio y, para rematar, un terremoto en Granada. Vivimos en un momento de malas noticias donde hacer humor no es fácil, pero también es algo que se necesita por pura salud mental, porque aguantar todo lo que nos está ocurriendo requiere no solamente de paciencia, sino de estar dentro de lo que cabe lo mejor posible. Sé que no es fácil para miles de familias y de empresas, y que el cansancio y la resignación están más que justificadas. Si ya antes de la pandemia estaban pasando por graves dificultades, ahora hay un mayor número de personas afectadas que requieren de ayudas y de soluciones urgentes. Lo malo es que los contagios, las hospitalizaciones y los fallecimientos de esta tercera ola siguen subiendo, y a ello se suma la campaña de vacunación que ha generado polémica tanto por el ritmo que se lleva como por el suministro a gente que no debía ir antes que otra aplicando los protocolos establecidos.
Tenemos a la Unión Europea y a las farmacéuticas discutiendo estos días por la producción de las vacunas. Los incumplimientos de AstraZeneca deben ser aclarados, porque no es comprensible que pretenda reducir un 60% el suministro acordado a lo que iba a entregar hasta marzo. Falta una transparencia que es vital conocer porque se trata de salvar vidas humanas. Soy consciente de que hay una especie de competición a ver quién vacuna más en este mundo, pero a la Unión Europea lo que hay que exigirle es que continúe primando la calidad y la seguridad frente a la propaganda de los demás. Así que establezcamos como pilares fundamentales la legalidad, la equidad y la cooperación como caminos a seguir para que la estrategia de vacunación sea un éxito. Es cierto que ayudan poco algunos mensajes que han ido propagando presidentes autonómicos del PP en su enésimo intento de desgaste al gobierno de Pedro Sánchez (que no es el que se encarga de que haya más o menos vacunas), y que cansa mucho que el listado «negro» de personas que no les tocaba vacunarse y que ya lo han hecho siga creciendo.
Hoy empieza la campaña electoral en Catalunya, que la verdad sea dicha nunca imaginé que se fueran a celebrar el 14 de febrero por cuestiones sanitarias (sin que sea exactamente comparable, el F.C. Barcelona no celebró las elecciones el pasado domingo y la nueva fecha provisional es el 7 de marzo), pero a menos que haya un cambio repentino, supongo que se seguirá un protocolo parecido al que establecieron en Portugal para la elección del Presidente de la República (ganó de nuevo Marcelo Rebelo de Sousa). Hay dos cuestiones de máxima actualidad: Una, que ayer el Govern concedió el tercer grado a los presos del «procés» (en diciembre el Tribunal Supremo lo revocó por considerarlo prematuro). Otra, que Daniel Serrano, el considerado número dos del PP catalán, ha renunciado a todas sus responsabilidades en el partido y si resulta electo no tomará posesión de su acta en el Parlament, todo tras difundirse que está siendo investigado por una presunta agresión sexual. Si las encuestas no fallan ganará Illa, aunque a la presidencia de la Generalitat accederá o una suma de partidos nacionalistas (Junts, Esquerra y CUP) o de izquierdas (PSC, Esquerra y Podem). Ciudadanos será el gran perdedor en contraposición de Vox, que estoy convencido que celebrarán su presencia en el Parlament como lo hicieron en Euskadi. Quitando comicios locales, nacionales y europeos, pensemos que desde 2010 se han celebrado cinco elecciones autonómicas, que obviamente denotan el fracaso rotundo al acuerdo que la comunidad autónoma y los sucesivos gobiernos han protagonizado. Espero que el resultado permita al menos que la ciudadanía no se canse más lo que imagino que ya estará y se logre una mínima estabilidad para sacar adelante presupuestos, proyectos e iniciativas legislativas importantísimas para hacer frente a la pandemia.
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