Han pasado 20 días y Virgilio sigue enterrado bajo metros de nieve en la carretera del Puerto de San Isidro. Ayer se personó el GREIM tras encontrar un rastro de sangre, tras descartar que fuera del operario, hoy no han aparecido. Quizá vengan para la foto, como Rita Camblor el lunes. «¿Qué pintan aquí los políticos? Lo que se necesita son más medios, más operarios, que alguien dirija y saquen ya al paisano», se oye en el restaurante La Braña.
La Braña se ha convertido en el centro neurálgico de todos los que están tratando de dar con el hombre; donde vienen a calentarse, a descansar, a recargar fuerzas para seguir con la ingente labor. Hoy vuelven a estar en la búsqueda sólo 7 bomberos; el guía canino, con un perro que no es el adecuado, puesto que el que es capaz de detectar cadáveres sigue en la perrera de Madrid; algunos trabajadores de carreteras, compañeros del desparecido; y el hijo de Virgilio acompañado por su hijo.
El día no puede estar peor, tras unos días de tregua, vuelve a nevar y sopla el viento, un viento fortísimo, cuando azota el vendaval es casi imposible mantenerse en pie, hasta los coches aparcados en Riofrio cimbrean cuando sopla. El hijo y el nieto llegan calados a La Braña en busca de calor y tratando de secar, toman un café y agua, también comen, tratando de recobrar fuerzas; llevan ya muchos días buscando, sin descanso, acompañados de algunos amigos: son los que nunca descansan. Los miembros del operativo, insuficiente en efectivos y medios, van llegando al bar, tratan de animarse y buscan nuevas vías de actuación. Toda esta gente que hace un mes muchos no se conocía, ahora forman una familia tirando todos a una. Todos ellos llegan hasta aquí tras más de dos horas de carretera desde Asturias. Arriba, en el puerto, todos se preguntan dónde están el GREIM y la UME.
La humedad y el viento ha quitado algo de nieve, pero sigue habiendo unos muros de nieve que sobrecogen, una pared que parece infranqueable, pero que no lo es. «Aquí parece que hay dinero para todos menos para sacar a Virgilio, con la cantidad de guardias y militares que hay, no sé porque no están aquí. Alguien tiene que tomar el mando, si hay riesgo de aludes, que vuelen todo y purguen la montaña. Ahí que empiecen a trabajar las máquinas, y que saquen ya al paisano. Esto no puede ser», dice Fernando Cordero, propietario de La Braña y uno de los héroes que rescataron al hombre herido el día 1. Fernando ha tratado de ponerse en contacto con Juan Carlos Iglesias, alcalde de Aller, concejo al que pertenece La Raya, aislada desde principio de mes con el resto de Asturias, y no hay manera de que le den respuesta. El pueblo más alto de Asturias sigue bloqueado por la nieve que puebla sus calles. «Todo sigue igual que hace semanas, el pueblo bloqueado, el puerto cerrado y un hombre entre la nieve. No dan solución, el alcalde debería presionar, pero nada, esto no puede ser».
El georradar ha detectado varios puntos, pero, por el momento, parece que el punto cuatro es el más fiable: detecta algo a 30 cm del suelo y bajo varios metros de nieve. Ojalá sea el punto bueno y consigamos finalizar esta pesadilla. Porque todos desean descansar, pero la familia la que más. Porque cuando uno está con el hijo de Virgilio y su nieto, sin hablar, simplemente a su lado, uno sabe que son la mejor gente del mundo, pero se les nota el cansancio de todas las horas empleadas en esa curva maldita, agotados. Todo esto sin perder la educación ni el saber estar, donde todos estaríamos maldiciendo, ellos son capaces de sacar una sonrisa y seguir adelante. Ellos tomaban café, yo también, estaba al lado, apenas hemos cruzado palabra, pero tengo claro que todos los medios que se empleen son pocos: hay que encontrar a Virgilio.
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