Jake Angeli, el idiota que participó en el asalto al capitolio de Washington vestido de indio sioux que luce tatuajes de símbolos que suelen lucir los neonazis de medio mundo, lo debe estar pasando mal durante su detención. Este hombre es conocido, además de por su madre, por popularizar la teoría conspiracionista de QAnon, a saber: existe un estado profundo en Estados Unidos, uno satánico y pedófilo, y bajo algunas de las instituciones del Estado hay mazmorras donde, entre sesión y sesión del Congreso, bajan a desahogarse los congresistas demócratas con menores de edad a los que tienen secuestrados. ¿Que cómo sabe esto Jake Angeli? La duda ofende.
Si indagan en QAnon, surgida de entre las filas de la ultraderecha más delirante, podrán ver que es hija de la otra teoría que esgrimieron los mismos dementes durante la campaña electoral estadounidense que llevó a Donald Trump al poder, el pizzagate, según la cual existe un grupo de políticos demócratas pedófilos que utilizan establecimientos como algunas pizzerías para captar niños. Al final, QAnon ha terminado comiéndose el pizzagate, y este se ha convertido en una rama de aquel.
En todas estas teorías sospechosamente obsesivas con las redes pedófilas y satánicas que al parecer controlan el mundo, subyace un pánico moral que es hijo de lo que en los años ochenta se llamó abuso ritual satánico. Este pánico moral, que se propagó por todo el planeta destrozando vidas por medio de pseudoterapias que revivían recuerdos de abusos infantiles cada vez más irreales y que llevó a mucha gente a la cárcel que finalmente tuvo que ser puesta en libertad cuando la locura empezó a diluirse, sembró su semilla en la era Reagan para renacer periódicamente con otras formas como QAnon, el pizzagate, o nuestro muy loco supuesto caso Bar España. Si indagan un poco en este último descubrirán lo asombrosamente parecido que es al pizzagate, con sus pedófilos poderosísimos y sus cosas de Lucifer. Toda esta gente que afirma saber cosas secretas que nadie más sabe y que ellos han visto en documentos sacados a la luz por Wikileaks, como el pizzagate, por una fuente anónima como QAnon, o como en el caso Bar España, por un peluquero que malamente sabe escribir, en realidad no sabe absolutamente nada.
En este submundo del conspiracionismo de donde siempre ha surgido la extrema derecha, se dan la mano los tristemente famosos protocolos de los sabios de Sion con lo que no sé muy bien si llamar posmonazismo. Jake Angeli, decía al principio, lo está pasando mal, pues lleva desde que fue detenido sin comer debido a que las autoridades no tienen menú de comida orgánica (debe ser que algunos seres humanos pueden alimentarse de piedras), y Jake Angeli es muy delicado, dice su mamá, y si come algo que no sea orgánico, natural, sin conservantes, su cuerpo enferma aunque su mente ya llegara enferma al calabozo. Es el signo de los tiempos: idiotas capaces de erigir delirantes y laberínticas teorías de densa apariencia incapaces de entender que ningún alimento transgénico puede ser detectado por su organismo. Como su propia estupidez.
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