Apariencias de ciudad

OPINIÓN

Vista de la ciudad de Oviedo desde el monte Naranco con la sierra del Aramo nevada, al fondo.
Vista de la ciudad de Oviedo desde el monte Naranco con la sierra del Aramo nevada, al fondo. Alberto Morante

07 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, así es mi ciudad. Sé que no es la forma más elegante y literario de encabezar un artículo, pero no me duelen prendas: Oviedo, ciudad de apariencias.

La historia es tan plena y dinámica en su devenir, que pocas ciudades de España pueden alardear de ser: la capital del primer reino de la reconquista, mantener vivos y frescos los templos del prerrománico (Patrimonio de la Humanidad), una catedral con torre versada literariamente por Clarín en la obra maestra del Realismo español y, `posiblemente a la altura del Quijote: La regenta de Clarín.

Pongo punto y aparte en su enumeración y doy un salto en el vacío para recrearme en el siglo XX y en su recién estrenada democracia se viste de fiesta y de reina en el mes de octubre entregando en el teatro (también idea de Clarín) los premios antes: Príncipe de Asturias; ahora, Princesa de Asturias.

La Vetusta que envuelta en esa niebla triste y agazapante, gran parte del año y que vuelve a sus habitantes pensativos, cabizbajos, …Y a sus calles con sabor a vacío. Sus fachadas grises y opacas.

Hoy, prácticamente esas notas sentimentales y descriptivas clarinianas han pasado al baúl de los recuerdos guardados en cofre sagrado, como el de las reliquias de la Cámara Santa.

Hoy la ciudad traspira luz y resplandor en sus fachadas, sobre todo en su imagen más señera: torre de la catedral. El centro con calles peatonalizadas con aire pura que aromatizan la variedad de plantes que flanquean las aceras.

Pero, ¿Eso es la realidad pura y dura de la ciudad o se esconde sucintamente ese lado oscuro de las apariencias?

Y, es que, si somos un poco conocedores a pie de obra, caminante insaciable de plazas, calles y rincones más recónditos de la ciudad nos encontramos con la cruda realidad:

El centro. El adorado centro y cuna de la incipiente capital del reino astur, hoy está muerto, literariamente muerto. Y, lo que es peor: abandonado. El turista que llega no sabe a dónde dirigirse. Se lleva una pobre impresión, sobre todo so ese turista hace el camino León ? Oviedo. Tiene en su retina: la pulcra leonina su barrio antiguo, su nuevo barrio romántico, sus murallas limpias como chorro de oro.

En la arquitectura fabril y de infraestructuras: desapareció un sueño permanente en la memoria de los ovetenses: La estación del vasco.

La viva llama que ahuyentaba las nieblas: Fábrica del gas. Yace ahora cual frío cadáver  

En pugna fratricida entre políticos de turno y arquitectos de ocasión.

La emblemática Fábrica de armas en el barrio de la Vega con su iglesia románica del antiguo monasterio. ¿se integrará algún día en uno de los más valiosos tesoros de la arquitectura industrial, para cumplir ese papel dinamizador del futuro cultural y de progreso que tanto necesita esta ciudad anclada en el sueño de las apariencias?

No quiero dejar en el silencio esa obra inmensa en el espacio y valiosa en un tiempo tan cercano como el complejo hospitalario de El Cristo. No encuentro adjetivos para definir su estado actual de abandono y las posibilidades reales de dinamizar ese barrio tan querido porque ahí, en el entonces Hospicio tuve la suerte de impartir docencia los 7 mejores años de mi vida profesional.

Oviedo, ciudad de apariencias, deja de mirarte al ombligo. Despierta, la hora de la siesta ha quedado obsoleta. Mira al futuro si quieres seguir estando orgulloso de tu ubérrimo pasado.