Desde este rincón cibernético en el que llevo casi seis años escribiendo mis reflexiones quiero en primer lugar desear unas muy felices fiestas a todas y todos los lectores de LA VOZ DE ASTURIAS y mis mejores deseos para el nuevo año que empezará el próximo viernes. Terminamos un 2020 muy triste (incluso para quien no haya tenido que lamentar el fallecimiento de un familiar o amigo). Es un año en el que la pandemia nos ha condicionado todo, y lo sigue haciendo, porque unas fechas como las actuales si por algo se caracterizaban eran por los reencuentros masivos con diversas personas con las que nos dábamos abrazos y besos, pero lo responsable en este momento es precisamente evitarlo hasta que este virus respiratorio nos deje en paz. Al menos acabamos 2020 con la esperanza de que el inicio de la vacunación permita poner fin a este problema mundial, pero sin bajar la guardia y más con noticias como la nueva cepa del Reino Unido que vuelven a provocar que decaigan los ánimos.
Yo tenía muchas esperanzas puestas al comienzo de este 2020, y de hecho el primer artículo que escribí sobre el coronavirus a finales de enero en ningún momento me hizo sospechar la que se nos venía encima. Por aquel entonces me parecía algo lejano, un tema de China, y me parecía incluso que los medios de comunicación españoles daban un excesivo alarmismo que, el tiempo, me hace reconocer que me confundí. Creí hace doce meses que con esta nueva década podíamos emular lo ocurrido hace un siglo con los «felices años veinte», y además lo hacía con la noticia de que por fin la izquierda española se ponía de acuerdo para gobernar nuestro país. El primer ejecutivo en coalición del PSOE y de Unidas Podemos dejaba atrás un tiempo de inestabilidad política y habría una puerta a terminar con las políticas restrictivas y de derechas ejercidas por el PP desde 2012. Y sí, en lo bueno de este año los presupuestos de Cristóbal Montoro, la ley de educación de José Ignacio Wert, la aprobación de la ley de eutanasia y la del Ingreso Mínimo Vital han puesto los puntos positivos que espero nos conviertan en un país mejor y más justo.
Se antoja un futuro difícil, de mucha incertidumbre, porque aunque lo primero es la salud y sin ella no hay economía posible, también es verdad que la nueva realidad socioeconómica que salga de esta crisis sanitaria se prevé complicada. Los ERTE han funcionado para no mandar al paro a millones de personas, pero no hay una varita mágica que nos diga que las empresas aguantarán la situación y terminarán reduciendo o despidiendo a sus plantillas. De hecho vemos a la banca, por hablar de un campo donde se maneja mucho dinero, cerrando oficinas por todo nuestro territorio, dejando nuestras calles sin un servicio fundamental para las personas mayores y con muchos puestos de trabajo destruidos que se suman a los ya realizados con la crisis económica tras la caída de Lehman Brothers. En este escenario se encuentran personas de todo tipo, desde jóvenes hasta quienes están próximos a jubilarse, y aunque es de celebrar el fuerte impulso público que recogen los presupuestos regionales, nacionales y comunitarios a diferentes sectores, la duda pervive en cuanto a qué ocurrirá. Una cosa parece clara: lo online seguirá ganándole espacio a lo terrenal. El comercio es un ejemplo del tránsito de las compras a internet en contraposición a la venta tradicional en tienda. La proliferación de riders y repartidores de un sitio a otro es otra estampa que hasta hace poco no era tan común, y ha sido tan novedoso todo que palabras como confinamiento, desescalada y EPIs las hemos dicho y escuchado últimamente más que nunca antes. Es un año en el que hemos tenido que suspender y frenar nuestra actividad normal con el fin de proteger nuestra salud, que es lo más importante. Imagino que cuando todo esto pase volveremos a abrazarnos, a besarnos, a ir a fiestas, a ir por la calle sin taparnos la boca y la nariz… pero sabemos que ahora no toca y que la responsabilidad de todas y todos es la única manera de derrotar al virus.
Ojalá el último artículo que escriba en 2021 sea para afrontar un 2022 con más ilusión y más certeza que nos permita afrontar los siguientes 365 días en mejores condiciones, pero todo ello tendrá mucho que ver que todas y todos pongamos de nuestra parte. Sigamos siendo responsables, por favor: mascarilla, distancia social, lavado de manos y ventilación de los espacios que usamos. Feliz Salud a todas y a todos.
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