El futuro penal del rey Juan Carlos será el que los jueces decidan, a la vista de las pruebas aportadas. Eso es lo que corresponde a un Estado de derecho. El juicio de la historia será el que decidan los historiadores desde la contemplación del conjunto de su obra. Como para eso falta algún tiempo, en esta crónica quiero referirme a algo que parece una estrategia diseñada para que no pase un día para mantener viva la memoria de sus comportamientos económicos, no sea que los vayamos a olvidar y empiece a funcionar el perdón derivado del paso del tiempo o vayan a triunfar las tesis que anteponen su labor como constructor de la democracia en España.
Algo de esto apuntaba el domingo Mateo Balín en La Voz. Ocurrió que el 30 de octubre, José Antonio Zarzalejos publicó en El Confidencial que el fiscal del Supremo tenía casi terminada su investigación y se disponía a archivar la causa por las presuntas comisiones del AVE a La Meca. En el peor de los casos, a don Juan Carlos le protegía su inviolabilidad constitucional. Ver que la primera investigación terminaba sin efecto penal debió de ser un disgusto tremendo para el republicanismo, porque a los tres días se decidió dar a eldiario.es otra información: el rey, la reina doña Sofía «y demás familia», que se diría en las esquelas, se habían beneficiado de unas tarjetas black. Se abrió el camino de la tensión informativa y se mantuvo durante días con la revelación del nombre del empresario mexicano que pagaba.
Como si la Fiscalía General del Estado no supiera nada de esa investigación, la titular de la institución, Dolores Delgado, ordenó que pasase de la Fiscalía Anticorrupción a la del Tribunal Supremo, la competente para asuntos de aforados: otro día más de noticia. También a los tres días, la señora Delgado convocó a los medios informativos para algo insólito: comunicar que había una tercera investigación al emérito. No dijo de qué iba, ni qué se indagaba, ni nada de nada, solo que había una tercera investigación. No se recuerda que se haya hecho nunca nada así, con formato de encuentro informal, pero equivalente a una rueda de prensa sin micrófonos, y solo se justifica por la intención de seguir manteniendo la tensión informativa. Después, los medios se encargarían de hurgar, de ir sacando cada uno lo que podía, que lo importante era mostrar que don Juan Carlos no hizo más que tropelías y sabe Dios las cuentas y los testaferros que tiene en España y en el mundo mundial. La Fiscalía General del Estado arroja huesos a la jauría con el grito tradicional de «busca, busca».
Esto es lo que indican las apariencias. Supongo que a partir de ahora se tratará de ir dando aire a la cometa, soltando cada día un dato para presentar al rey como un monstruo de la corrupción. El rey todavía no está imputado por nada. Pero se puso en marcha el juicio y la condena popular.
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