Trump y la clase obrera

Pedro Armas
Pedro Armas AL DÍA

OPINIÓN

Mike Segar | Reuters

04 nov 2020 . Actualizado a las 09:41 h.

Unos dicen que la clase obrera ya no existe; otros dicen que es la que hace ganar o perder elecciones, por ejemplo en EE.UU. Discurso a la clase obrera: «Mientras la terrible crisis económica actual ha arruinado a los modestos productores, mientras la clase obrera sufre como nunca la pesadilla del paro, los beneficios de los dueños de la banca son elevadísimos. Es tarea urgente de los productores destruir el sistema liberal y acabar con las pandillas políticas. El régimen de partidos es incapaz de organizar un sistema económico que ponga a cubierto a la masa popular de estas angustias; tanto unos partidos como otros están al servicio del sistema». El líder dispara contra los banqueros, los partidos, los políticos profesionales, los intelectuales, los artistas, los medios, el sistema...

Los obreros estadounidenses ni responden a las encuestas ni se identifican con Trump, pero le votan porque les garantiza sus puestos de trabajo. Desconfían de los demócratas, que siguen hablando del sueño americano, la permeabilidad entre clases o el ascenso social de los profesionales cualificados de los servicios. Desconfían de los republicanos, a los que consideran títeres de los lobbies de los ricos, que fragmentan sus empresas para producir en el extranjero con menos coste social o contratan bajo cuerda a trabajadores sin papeles. Confían en Trump porque les aumenta la nómina y la autoestima. Lo hace librando una doble guerra contra la inmigración ilegal y la deslocalización industrial. Confían en Trump porque que les habla cara a cara, en un lenguaje comprensible, grosero, vulgar. Trump, el líder más farsante y trolero, les parece el más auténtico y sincero.

Por supuesto que lo de Trump es populismo. Todo populismo pretende atraerse a la clase obrera. Es la base de la demagogia. Toda demagogia es una degeneración de la democracia, en la que el demagogo, tocando los sentimientos más viscerales de la clase trabajadora, trata de conseguir o conservar el poder. Trump no ha inventado la demagogia. Sin ir más lejos, el discurso inicial está demasiado bien articulado para ser de Trump. Es de Primo de Rivera, de las Hojas de la Falange, que dirigía a los obreros españoles en 1935. Luego vendrían el fascismo, el nazismo, el franquismo y otros populismos, como el trumpismo, que convencieron y engañaron a la clase obrera.