¿Y qué coño hacemos ahora? Esto se preguntan miles de personas cuando el reloj señala la una de un viernes o un sábado; y unos cientos el resto de días de la semana. Partiendo de que la salud es lo primero, esto me hace recordar una anécdota que siempre cuenta mi padre: “Me recibió un gerifalte de HC, yo era muy joven y aquel señor tenía muchos más años, muchas colillas en los ceniceros de la mesa y, creo que era un Tapies, no recuerdo bien, pero sí que era un gran cuadro sin colgar. Me preguntó por mi familia, y yo le respondí que de salud todos bien, que era lo más importante. Aquel hombre entrado en años, o eso me parecía a mí por aquella época, me miraba fijamente y guardaba silencio. Ese instante me pareció eterno, hasta que, de repente, se soltó a hablar diciendo que estaba equivocado, que mi juventud me nublaba, que la salud no es lo más importante. Yo trataba de ser cordial, y estaba convencido de todo aquello que había dicho. Él, mientras sostenía un pitillo entre los dedos, negaba con la cabeza y afirmó que la salud es lo único importante”. Y bajo esta máxima es por la que nos regimos en mi casa.
Todo esto está claro, pero hay una serie de seres, en los que me incluyo, que necesitamos la noche, que vivimos la noche, que es una de las cosas que nos hacen felices. «Como fuera de casa en ningún sitio», decía Azcona. A lo que yo añado que si es de noche, mucho mejor. Que preferimos el calor de la barra de un bar, la oscuridad y el neón, a las terrazas amplías, confortables y ventiladas. Todos los que pertenecemos a esta especie, que con devoción nos entregamos al devenir libidinoso, hedonista y etílico de la nocturnidad, tenemos una presión en lo profundo de nuestro ser, algo que nos confronta entre el deber y el querer. Y por compromiso ético y ciudadano vence el deber, y nos retiramos con los pies lentos, la cabeza gacha, el alma triste a nuestra casa. A la hora en la que antes se desplegaba el abanico de posibilidades de nosotros los noctívagos, ahora estamos en la paz del hogar, donde nunca pasa nada. Volveremos a la noche, volveremos a ser felices; esperemos que todos esos bares, pubs y discotecas sigan ahí.
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