Aplausos rotos

Serafín Romero TRIBUNA

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

18 sep 2020 . Actualizado a las 08:52 h.

El 13 de agosto, el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, en un comunicado donde pedíamos responsabilidad a los ciudadanos y una actuación efectiva del Ministerio de Sanidad y de todas las administraciones ante la reactivación de casos en todas las comunidades autónomas, respaldó la propuesta de una evaluación independiente que permita entender la dificultad de control del covid-19 en España, tanto en lo que hemos denominado «primera ola» (alta mortalidad, cifras de sanitarios infectados impropias de un sistema sanitario como el nuestro, el durísimo impacto en el sector de residencias de mayores, etcétera) como en la actual situación, con cifras que en pocas semanas nos han llevado a convertirnos en el país europeo con mas casos por cien mil habitantes.

La pandemia por el virus SARS-CoV-2 ha destapado todas las carencias de nuestro sistema nacional de salud, ha evidenciado la ausencia de un plan nacional contra crisis derivadas de catástrofes o pandemias, nuestra indolencia ante avisos anteriores, como la gripe H1N1 o el ébola, el nulo desarrollo de la Ley de Salud Pública, el abandono de la atención primaria, el desmantelamiento crónico en estructura, competencias y liderazgo del Ministerio de Sanidad, al que hemos convertido en lugar de «cuotas políticas», la vulnerabilidad del sector sociosanitario y la ausencia de planes de recursos humanos en salud tras una crisis económico-financiera que tuvo menos repercusión gracias al esfuerzo titánico, la voluntad, compromiso y vocación de miles y miles de profesionales sanitarios en condiciones impropias de reconocimiento laboral y profesional.

Aunque es fácil diagnosticar con la presencia de todos los datos, nadie duda que llegamos tarde a la puesta en marcha de las medidas de distanciamiento social (confinamiento), a lo que contribuyó de forma determinante la falta de material de protección individual de los profesionales sanitarios, causa del excesivo número de infectados sanitarios, y especialmente la falta de pruebas diagnósticas (PCR), que imposibilitó el control de casos asintomáticos y/o con síntomas leves que seguían teniendo contactos en entornos familiares y laborales. Podríamos definirlo como «la tormenta perfecta».

Hoy nos encontramos en una situación muy preocupante. Las cifras de positivos en 24 horas igualan a las del mes de abril, pero aún preocupa más la de hospitalizados, ingresados en UCI y fallecimientos.

Independientemente de comportamientos puntuales, especialmente en el ámbito del ocio nocturno, que nos generan indignación, hay un relajamiento silente de la distancia física, y de las medidas de protección e higiene. Las reuniones y celebraciones familiares acaban siendo más frecuentes, con más gente, con menos distancia y con más inhibición de lo que aconseja la norma y la prudencia. Bodas, comuniones y otras reuniones masivas son ocasiones claras para incrementar el riesgo.

Además de las medidas inmediatas, y de la activación de reformas estructurales necesarias, es fundamental dar un golpe de timón en la gobernanza de la lucha contra el covid-19: si se quiere evitar una segunda reactivación de la pandemia en España, y un nuevo cierre de la actividad económica y social, los poderes públicos deben buscar la base normativa y política para dotar a las instituciones y a las autoridades sanitarias de los instrumentos de acción para controlar la propagación. Si no tomamos medidas distintas a las actuales, el incremento que estamos viendo terminará en una pérdida de control. Probablemente, estamos viendo un escenario que no vimos en la primera ola porque no teníamos tanta capacidad de testar ni tanta sensibilidad para el diagnóstico epidemiológico y clínico. En cualquier caso, es muy difícil que, haciendo lo mismo que hicimos la vez anterior (excepto por un aumento en el uso de mascarillas), obtengamos un resultado diferente.

Tenemos ante nosotros un gran desafío al que hemos de responder unidos. Nuestra principal herramienta contra la pandemia es la ciencia. Solo la investigación nos ayudará a superar la enfermedad. Desde la profesión médica te pedimos responsabilidad.