Cuando apenas quedan dos semanas para que llegue septiembre son muchos los que no recordarán que se cumple el quincuagésimo aniversario de uno de los momentos más dramáticos y trascendentales para la evolución del conflicto árabe?israelí. Si mencionamos el denominado «septiembre negro», pocos sabrán que nos referimos a la terrible lucha del rey de Jordania para proteger su país, su pueblo e, incluso, su propia vida. En 1970, tres años después de la Guerra de los Seis días, que supuso uno de los fracasos más estrepitosos en la errónea estrategia árabe para acabar con el proyecto israelí, la OLP y los militantes palestinos se habían hecho fuertes en Jordania. No solo controlaban los campamentos de refugiados sino que actuaban a sus anchas por todo el país, al que muchos de ellos consideraban parte de Palestina. Tras salvarse de tres atentados contra su vida y el secuestro de varios aviones internacionales y su pasaje, en septiembre de 1970 Hussein de Jordania dio carta blanca a sus militares para que expulsaran a los fedayines de los campamentos de refugiados y liberaran las ciudades jordanas tomadas por los palestinos. La lucha fue larga y dura pero, al final, Hussein recuperó el control del país y la OLP de Arafat aceptó firmar un tratado de paz, tras el cual se trasladó a Líbano y a Siria. Fue precisamente la intervención de la OLP en Líbano la que provocó el inicio la guerra civil de 1975 a 1990, origen de la penosa situación que vive el país ahora.
Desde entonces, Jordania, sin dejar de acoger a refugiados palestinos, se ha ido acercando a Israel, con el que firmó un acuerdo de paz en 1994. Hoy, cuando los Emiratos Árabes Unidos han anunciado la firma de un tratado similar, apenas si ha habido reacciones en el mundo árabe. Los palestinos han protestado, obviamente, pero lo cierto es que con un territorio fagocitado por Israel, asfixiados por la tiranía de los terroristas de Hamás y en un entorno árabe sumido en guerras civiles y conflictos internos, su situación es cada vez más lamentable. La larga resistencia ha demostrado ser ineficaz y cruel, si no cambian de estrategia están condenados a la dilución en el olvido en un mundo completamente diferente al de 1970.
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