Algo nos ha enseñado ya esta crisis: la importancia de tener un potente sistema público de salud que garantice la atención a la ciudadanía incluso en situaciones excepcionales. Porque los recortes y privatizaciones impuestos en la última década han hecho mucho daño. Y no puede volver a ocurrir. No solo en este frente.
Otra de las cosas que ha revelado esta pandemia, que sufrimos a escala global, es la fragilidad e injusticia del modelo social y económico dominante. Por eso, en este Día Internacional de Trabajo, sin manifestaciones por el confinamiento, pero con las reivindicaciones más vivas que nunca, debemos aprovechar la ocasión para reclamar un nueva gobernanza para un mundo más justo y solidario, que coloque a las personas por encima de los intereses de unos pocos.
También Europa tiene que aprender de los errores cometidos en la gestión de la crisis de 2008, cuando impuso políticas de austeridad asfixiantes para millones de personas. La UE debe demostrar ahora que sirve para lo que fue concebida, y enfrentar esta crisis de forma verdaderamente solidaria. Desde el movimiento sindical le venimos exigiendo que amplíe la capacidad de emitir deuda común para financiar un ambicioso plan de choque europeo contra la crisis y por la reconstrucción económica.
En nuestro país, las organizaciones sindicales hemos presentado propuestas desde el primer momento para amortiguar la destrucción de empleo y dar cobertura a las personas desprotegidas. La primacía de los mecanismos de ajuste personal, las suspensiones y reducciones de jornada a través de ERTE, las prestaciones por desempleo a contador cero para todas las personas afectadas o las ayudas y subsidios extraordinarios, son en buena medida conquistas sindicales en el diálogo social. Y sí, resultan aún insuficientes, pero se ha conseguido colocar a las personas en el centro de la atención.
Efectivamente, queda mucho por hacer. Es necesario prorrogar los mecanismos de ajuste temporal de empleo, diseñados para el estado de alarma, el tiempo que sea preciso, para mantener la actividad económica y salvaguardar a las personas. Y por eso es urgente el ingreso mínimo vital. También hay que garantizar la seguridad y salud de las personas en el ejercicio de su tarea. Porque el trabajo no puede costarnos la vida.
Son muchas y apremiantes las reivindicaciones que estamos planteando en este 1 de Mayo: un pacto de Estado para reconstruir la estructura económica y productiva; un nuevo modelo económico y social cuya prioridad sean los derechos y el bienestar de las personas; el trabajo como primer factor de cohesión social; la recuperación de una base industrial que garantice el aprovisionamiento de bienes básicos; más apoyo a la investigación y la innovación; empleos dignos y salarios suficientes; revitalizar el papel de la mujer en una sociedad más igualitaria y justa; reforzar y extender los servicios públicos…
En nuestra comunidad autónoma CCOO acaba de elaborar, y trasladar al Gobierno y al resto de agentes sociales, en el marco de la concertación regional, un Plan asturiano de recuperación, con cincuenta medidas. Articulado en tres grandes bloques, sus objetivos principales son blindar el sistema sanitario y sociosanitario; rescatar la economía real, mantener el empleo e invertir en el futuro; y proteger a las personas más afectadas con un programa de solidaridad, porque necesitamos salir de esta epidemia más fuertes y con menos desigualdad.
Hay muchas personas que en este 1 de Mayo merecen nuestro especial reconocimiento. Personas que a pesar del riesgo de contagio y de las deficientes medidas de seguridad están salvando vidas, ayudando a las personas mayores, dependientes y con discapacidad, garantizando el funcionamiento de los servicios esenciales de nuestra economía. Personas trabajadoras que están en primera línea, cuya entrega y valentía son un ejemplo que debe estimularnos para salir cuanto antes de esta crisis.
José Manuel Zapico
Secretario General de CCOO Asturias