Y de repente, 3.242 muertos más para un total de 7.097. Si los números del coronavirus en Cataluña eran ya una tragedia, ahora se han multiplicado por dos con la nueva forma de contar que ha decidido poner en práctica la Generalitat. Es probable, incluso, que lo mismo esté sucediendo en el resto de España y que por tanto la cifra de muertos que se está barajando como oficial sea muy diferente a la real.
Pero en cualquier caso, lo de Cataluña merece un punto y aparte teniendo en cuenta la gestión ideológica que de la crisis del virus están haciendo los independentistas. Aún resuenan las recientes palabras de Junqueras: «El Estado español no nos sirve, no es útil para los ciudadanos de Cataluña. Necesitamos urgentemente un estado propio capaz de afrontar con valentía las reformas que hacen falta para el mundo que nos viene. Y esto comienza como siempre por ejercer la democracia: el derecho a la autodeterminación».
Por encima de sus más de siete mil muertos, el derecho a la autodeterminación. Siempre la independencia y siempre el odio a España. Han sido capaces de rechazar la construcción de hospitales de campaña solo porque los construía el Ejército español. Y lo hacen ellos que, como sus propias cifras indican, no parece que hayan gestionado esta crisis de la mejor de las maneras. Ellos, precisamente, que a lo largo de años de gobernar han sido capaces de recortar más que nadie en la sanidad pública hasta dejarla en el chasis. Hoy aflora una realidad que duplica el número de muertos y que les pone de nuevo en evidencia. Eso sí, siempre será culpa de España, porque ellos han sido iluminados por una divinidad catalana.
¿Seguirán haciendo bromas, por cierto, con los miles de muertos de Madrid?
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