Ser civilizados, en mi opinión, consiste en ser consciente de que vivimos en una sociedad y entender que las normas básicas de convivencia existen, para el bien común de todos. Ser cívico es algo parecido, pero sin entender el porqué y el para qué. Cívico es el vecino que denuncia en estos tiempos de confinamiento a cualquier viandante por el simple hecho de circular por la calle. Civilizado es el que respeta, aconseja, educa, practica con el ejemplo y entiende las singularidades de cada uno. Ser cívico es fácil, consiste en cumplir normas sin más. Un borrego puede ser cívico. Ser civilizado exige más esfuerzo y mucha empatía.
Estos días de pandemia sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Todos podemos convertirnos en héroes y todos podemos ser borregos. Es nuestra decisión. Vemos a ciudadanos que sacrifican su salud con sangre, sudor y lágrimas y vemos también esperpentos que insultan a gente que pasea a su perro.
Esa dualidad cotidiana existe también en el contexto sociopolítico. Por culpa de esta pandemia, sé que, de alguna manera, todo va a cambiar. No conozco el alcance de este cambio de paradigma, no creo que nadie lo sepa. Pero sí puedo intuir por dónde van los tiros.
Más que nunca me doy cuenta de lo imprescindible que es tener una sanidad pública mucho más fuerte, de lo importante de la empatía y de la solidaridad. De que la globalización no solo lleva la Coca-Cola a Burundi, sino que también reparte el bicho por el mundo. De que las fronteras y los muros no son impermeables y de que no soy el centro del mundo.
Me asusta pensar que este virus, no solo se va a llevar la vida de muchos seres, sino que también va a arrasar con nuestras libertades individuales.
Estos días vemos a los responsables políticos asumir un lenguaje bélico contra el coronavirus y, sí, entiendo que se está librando una durísima batalla, pero creo que hay una guerra en ciernes mucho más peligrosa y en la que es necesario, más que nunca, que todos los implicados seamos conscientes «civilizados». Esta guerra no es contra un virus (el terrible detonante). Es la guerra entre los que persiguen una sociedad más civilizada (consciente), más solidaria, abierta y culta, contra los que, aprovechándose de esta tragedia y usando a los «cívicos», querrán imponer una sociedad despótica, segregada y desinformada.
En estos tiempos hay que lavarse las manos y encerrarnos en casa, pero de nada sirve si no construimos un mundo mejor.