La durísima cara de Antonio Gamoneda

OPINIÓN

09 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen que el diamante es el material más duro de todos los conocidos. Sin embargo, hay personajes públicos que tienen una cara con propiedades aún más extraordinarias que las de este útil mineral. Uno de ellos ? pocas personas lo ignoran ya a estas alturas ? es Santiago Abascal; famoso por cuestionar la existencia de las Comunidades Autónomas y haber vivido y cobrado de ellas durante años sueldos bastante cuantiosos. Está claro que poca gente llega a ese nivel de cinismo y de hipocresía pero… ¿Quién pensaba que era el único? Los rostros más duros que el hormigón armado aparecen donde menos lo espera uno y, el otro día, descubrimos en la prensa, uno insospechado.. Aunque en apariencia amable, se trataba de un 11 en la Tabla de Mohs: Antonio Gamoneda.

Antonio Gamoneda, poeta más premiado que leído, soltaba el exabrupto hace unos días en una entrevista en un periódico de Asturies. Decía en él el señor Gamoneda que «Lo que no se puede hacer con el asturiano es pensar que puede ser la lengua institucional [...] Como instrumento para las relaciones cariñosas, para la broma, para la literatura incluso, me parece un tesoro [...] pero no tiene sentido pretender que pueda sustituir al castellano». La aseveración es bastante criticable ya de por sí y se cae por toas partes. Deja transpirar un profundo supremacismo lingüístico -cualquier jerarquización de lenguas lo es- y un cierto desprecio de lo que claramente considera un idioma «menor» (¡Como si hubiese idiomas mayores y menores!) que recuerda en mucho al tratamiento que hace Hergé en Tintin au Congo o en Le lotus bleu de todo lo que no es europeo. El asturiano es, como lo no europeos para Hergé en su primera etapa, «entrañable» o «gracioso». Por eso le parece bien cantar y reír en asturiano, pero, ¡por Dios! ¡Que no se nos ocurra usarlo para las cosas «serias»! Las cosas serias, se conoce, sólo las pueden hacer los hombres europeos en lenguas de europeos.

Habrá que explicarle al señor Gamoneda, que parece tener bastantes más premios que cultura, que el asturiano ya fue una lengua institucional y una de las primeras lenguas romances ibéricas en las que se escribieron leyes. En él se redactó el Fueru de Llión, en él se conservan copias del Fueru Xulgu y tantas y tantas leyes y documentos notariales de aquella época que puede consultar en internet cualquiera que tenga un mínimo de interés. Si se me apura, y yendo a la historia, el asturiano es históricamente una lengua más institucional que para hacer literatura o bromas; pues hay muchísima más documentación jurídica o institucional que literaria o cómica, de carácter bastante más reciente. Pero es entendible, viendo el personaje, ese menosprecio hacia la lengua que él dice conocer «pensé que no sabía asturiano, pero sí lo sabía» declara. Esas palabras dicen más bien poco sobre las lenguas que conoce Gamoneda (plenamente compatibles entre sí, por cierto) y bastante sobre el personaje. Nos cuenta una historia de un asturiano, uno de tantos, que tuvo que dejar su idioma para pasarse al muy institucional castellano y así poder «triunfar» y conseguir todos los también muy institucionales premios que ganó. No es una historia aislada. La historia de Asturies, por desgracia, está llena de gente que tuvo que renunciar a hablar su lengua (o una de sus lenguas) para poder conseguir ese triunfo. En el caso del señor Gamoneda son premios dados por instituciones autonómicas y estatales por escribir la muy institucional lengua castellana. En el caso de otras personas, son puestos de funcionario, puestos en grandes empresas, el poder abrir un bufete de abogados, el poder ser profesor en la Universidad… etc.

El supremacismo de Gamoneda tiene cura fácil: Si el Máximo Fuertes Acevedo de ensayo o el Xuan María Acebal de poesía tuviesen la dotación del Premio Cervantes o la del Premio Nacional de Literatura; teníamos a un Gamoneda «asturchale» en lo que canta un gallo que correría raudo a presentarse. ¡Y no sería la primera vez que lo hiciese! De hecho, en las palabras «pseudo-amables» que tiene para nuestra lengua (pues, dentro de su supremacismo parece que «sólo» nos quiere vetar el ámbito institucional y elogia la riqueza literaria y lingüística) nos da las claves de su amabilidad. «Hice canciones para Joaquín Pixán», dice. Y sí, las hizo. Pero lo que pareció evitar contarnos es que las cobró. Y ahí viene el caradurismo del personaje. Pues resulta que en el BOPA del 10 de Noviembre de 2016 se ve una ayuda económica de nada menos que cinco mil euros para «Un cancionero asturiano para el siglo XXI - de Joaquín Pixán y Antonio Gamoneda». La cantidad, desde luego, una bagatela al lado de todos los premios estatales que ganó el señor Gamoneda y que no ganarán nunca ? no al menos mientras sigan escribiendo en asturiano ? otros poetas más leídos que premiados y más premiados que pagados como pueden ser Xuan Bello, Berta Piñán, Xaime Martínez o Laura Marcos.

Nada malo hay en cobrar una subvención por hacer cultura, sea en la lengua que sea, y sea de la rama artística que sea. La cultura tiene que estar por encima del mercado y no a merced de él. Pero, y creo que cualquiera puede darse cuenta, hay que tener la cara muy dura cuando se «pon el cazu» para cobrar una muy institucional subvención pagada por todos os asturianos y las asturianas y luego, una vez cobrada, se tienen «los huevazos» de decir a la gente que se la pagamos, que nosotros no, que nosotros no podemos usar nuestra lengua administrativamente. Que para pagar cursillos a funcionarios que van a dar un servicio público o más horas lectivas en clase y tener una población alfabetizada en sus dos lenguas no hay dinero; pero que para pagarle a un prestigioso escritor forrado de pasta (150.000 € son sólo el premio Cervantes) que desprecia el asturiano y lo trata como un idioma menor hay cinco mil y los euros que hagan falta.

 Y aquí acaba esta reflexión sobre el señor Gamoneda, el «Abascalín» de Asturies al que le parece mal que podamos comunicarnos en asturiano con las instituciones, pero que le parece genial cobrar de ellas por cantar en ese idioma. Al final, va a ser verdad eso de que Asturies es celta, pues dicen que Roma no paga a traidores y a nosotros parece que nos sobra el dinero y el pelo para que nos lo tomen.