Mucho ha dado que hablar el nuevo Gobierno nacional. No es para menos porque hay muchas cuestiones novedosas que no dejan indiferente a nadie. Las expectativas para quienes apoyamos a este ejecutivo son elevadas pero enfrente estará una oposición muy combativa que utilizará un discurso muy duro. Lo de los cien días de cortesía parece que para el primer Gobierno de coalición de nuestra actual democracia no será posible.
Hay dos asuntos por los que ha llovido ríos de tinta estos días. Uno, que en el Consejo de Ministras y Ministros tenemos a una pareja (Pablo Iglesias e Irene Montero), que a juicio de Pablo Casado en ninguna empresa se toleraría que estuviera en el mismo departamento dos personas que mantengan una relación sentimental y, por otra parte, la propuesta de que Dolores Delgado sea la nueva fiscal general del Estado, que para el PP supone un ataque a la independencia de la justicia (están buenos para hablar cuando el exministro Jorge Fernández Díaz, en unas grabaciones, llegó a decir que «esto la Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión», en referencia a manchar la imagen de políticos independentistas catalanes). Pero tal y como recoge el artículo 124 de la Constitución, «el fiscal general del Estado será nombrado por el rey, a propuesta del Gobierno, oído previamente el Consejo General del Poder Judicial», y según el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal será elegido «entre juristas españoles de reconocido prestigio con más de quince años de ejercicio». Por tanto, nada tiene que ver la separación de poderes con el Ministerio Fiscal, que es un órgano que está encuadrado en el ámbito del poder judicial pero no es poder judicial.
Tanto que Pablo Iglesias e Irene Montero sean ministros como Dolores Delgado la nueva fiscal general del Estado es complemente lícito y legal. Otra cosa es lo estético. Aquí cada uno puede poner los peros que quiera. El ejemplo de la alcaldesa de Móstoles, donde hasta siete puestos de confianza en el consistorio los ocupan familiares y amigos, está claro que es un abuso que no se merece la ciudadanía. Desconozco la valía o no de esas personas, pero lo que queda claro es que estético no es. ¿Que una pareja esté en el Consejo de Ministras y Ministros no es lo adecuado? Yo personalmente no lo veo nada importante. Puede que el nombramiento de Dolores Delgado tenga más inri, pero voy a intentar explicar lo que para mí es la falsa independencia. A mí desde que empecé la carrera de Periodismo en la Universidad Complutense en 2004 «me recomendaron» que no hiciera pública mi militancia en el PSOE. No era un mal consejo, porque me justificaban que ningún medio de comunicación me contrataría por este motivo. Yo siempre dije que no oculto mis ideas, mis pensamientos, pero puedo ejercer como cualquier otro profesional del periodismo mi trabajo con la misma independencia sin que me influyan mis creencias. ¿O es que alguien que no milita en un partido es necesariamente independiente? ¿Lo es Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera, Julia Otero, Iñaki Gabilondo e Ignacio Escolar por no tener un carné? Estoy seguro que Dolores Delgado sabrá hacer su trabajo muy eficazmente y sin ninguna intromisión del Gobierno.
En resumen, creo que estamos ante dos casos en los que claramente la legalidad está más que asegurada y aunque pueda tener alguna reserva a la estética, ambas cuestiones me parecen que han generado polémicas innecesarias.
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