
He aquí a la popular Isabel Díaz Ayuso practicando el deporte favorito de nuestra clase política, que es tensar la cuerda. Luego, si la cuerda se rompe, pues a mí que me registren, habrán sido los otros. Quién sabe cuánto socialista o maleante habrá al otro lado del nailon del que tira, feliz que te mueres, la sucesora de Cristina Cifuentes. Díaz Ayuso ya pasó a la Historia cuando en campaña echó de menos los atascos de Madrid, «una seña de identidad de nuestra ciudad». Con tamaña osadía solo podía acabar o en el paro o presidiendo la Comunidad. Acabó de lo segundo, lo cual explica cierta querencia de este país por la tragedia y por el humor, basta darse una vuelta por el Congreso de los Diputados. Ahora, la lideresa insiste en que quien contamina, mola, y de paso anuncia que combatirá con todos sus recursos «al Gobierno radical de izquierdas». Cualquier día le da por acuñar el lema «No pasarán».
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