Muchas veces se pone a Estados Unidos como ejemplo de una nación joven. Un país, recordémoslo, que se independiza del Reino Unido en 1775 y adopta su famosa, icónica y omnipresente bandera de trece barras y trece estrellas que fueron aumentando hasta las 50 actuales.
Que un país con tanta historia como Asturies no haya creado su bandera hasta 1808, es decir, 33 años después de la de los Estados Unidos, porque hasta entonces la única enseña nacional que habíamos tenido era un león púrpura en fondo blanco, nos debería abrir los ojos y observar con mucha atención lo que está pasando al sur de Payares.
En fechas recientes, el ayuntamiento de León aprobaba una moción pidiendo que las provincias de León, Zamora y Salamanca constituyesen una comunidad autónoma, tal y como está amparado en el artículo 2 de la Constitución Española en el que España «garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran». Pasó con este artículo dos lo mismo que pasó con el artículo 3.2 en Asturias (y también en el propio león) con aquello de que «las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas».
Parece que, a ambos lados del Cordal, se están dando pasos en la buena dirección para hacer que por primera vez en más de 40 años se empiece a cumplir la Constitución Española y veamos los asturianos oficial nuestra lengua y los leoneses su autonomía (y quizás, con suerte también, oficial su lengua, que también es la nuestra en ella).
¿En qué afecta a Asturies?
¿Pero en qué nos afecta todo esto? ¿Nos cambia la vida para bien o para mal? A primera vista, podría parecer que es un cambio únicamente administrativo que genera dos comunidades autónomas donde antes había una. La población es la misma, las ciudades son las mismas y, simplemente, pasaría a haber dos gobiernos y dos territorios donde actualmente hay uno. Pero no, existen implicaciones geopolíticas que son muy positivas para Asturies, Galicia y el propio León.
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que, parafraseando el mantra de los nacionalistas catalanes, «Madrid ens roba». Concretamente «ens roba» capital humano, infraestructuras y financiación. ¿Ejemplos? Podemos observar que los territorios que forman la antigua Corona de León (es decir, León, Zamora, Salamanca, Asturies y Galicia) -a los que últimamente se les llama de forma más aséptica «el Noroeste»- son los territorios en los que más envejecimiento y más pérdida poblacional hay. Galicia está mal, Asturies peor y León ya ni te cuento. En relación a las infraestructuras podemos ver cómo el famoso Corredor Atlántico ferroviario que impulsa la UE no a pasar por ninguna comunidad autónoma Atlántica salvo Euskadi: Cantabria, Asturies y Galicia han sido excluidas de un curiosísimo corredor «atlántico» que pasa por Burgos, Valladolid y Madrid.
Podemos apreciar cómo los intereses económicos de las provincias castellanas de Castilla y León no se corresponden para nada con los intereses económicos de Asturies o Galicia; ya que configuran un eje central-mesetario que tiene poco o nada que ver con las necesidades de nuestros territorios. Una Comunidad Autónoma de León, sería geopolíticamente un tercer sujeto de los 18 que formarían España con una comunidad de intereses común con la nuestra; en lugar de un sujeto «secuestrado» por la voluntad de las élites vallisoletanas y burgalesas.
Pero no sólo nos afecta en lo económico como «bloque» que pueda jugar equilibrios y dar un puñetazo encima de la mesa llegado el caso. También a nivel cultural nos jugamos mucho los asturianos y las asturianas: La Comunidad Autónoma de León tendrá el asturiano (que ellos llaman leonés) como lengua propia de amplias zonas del Norte y Oeste, así como el gallego. Es decir, el peso de los asturfalantes y galegofalantes en la nueva comunidad autónoma de León, si bien sería muy reducido en relación al que podamos tener en Asturies, donde en la totalidad del territorio se habla asturiano o gallego-asturiano; siempre será mayor que en una comunidad «castellano-leonesa» en la que los castellanoparlantes no es que sean mayoría, es que son prácticamente el 99%. Esto implicará que iniciativas tan bonitas como la gala navideña «Benvidos-Bienllegaos» de la TPA y la TVG estarán a la orden del día, que habrá sinergias económicas, culturales, lingüísticas y televisivas para crear una industria cultural que merezca ese nombre y que apoye decididamente a nuestra lengua. Incluso, quién sabe, que empiece a hablarse asturiano/leonés en lugares en los que hace siglos que no se habla como en la propia ciudad de León o de Zamora.
¿Qué podría salir mal?
Desde fuera, algo que creo que puede salir mal al movimiento autonomista leonés es el hecho de mantener una proposición de máximos triprovincial (León, Zamora y Salamanca), que parece que se da de bruces con una realidad que nos dice que, si bien en la provincia de León la aspiración es muy mayoritaria, en Zamora están las cosas bastante igualadas y en Salamanca el autonomismo leonés es muy minoritario. No me sorprendería que los opositores a la autonomía leonesa jugasen a «marear la perdiz» con el debate sobre cuántas provincias deben formar parte de esta realidad para evitar que consigan sus legítimas aspiraciones.
Centrándonos ya en Asturies, el único «riesgo» (que creo que no es tal) es que se lleguen a plantear cuestiones como una autonomía asturleonesa (cosa que ya sucedió en la transición y que entroncaría con el Consejo Soberano de Asturias y León de 1937). Esto es un riesgo en tanto en cuanto si bien puede haber una comunión de intereses bastante importante entre Asturies y León, nuestros intereses no son exactamente los mismos. Y no sólo me refiero a hechos evidentes como que la política de pesca a los leoneses les da bastante igual como es obvio, sino a otras cosas que pueden «parecer» intereses comunes pueden no serlo tanto. Por ejemplo, el peaje del Güerna que nos afecta a ambos, nos afecta a nosotros muchísimo más ya que no sólo son nuestras comunicaciones y exportaciones hacia León las que están gravadas por él, sino a toda la meseta y más allá. A ellos, en cambio, sólo le supone gravar las exportaciones con una única comunidad autónoma.
También, una comunidad asturleonesa podría ser, paradójicamente, un riesgo para el avanzadísimo proceso de oficialización y normalización social del asturiano; que se vería lastrado por la incorporación de una Comunidad Autónoma en la que este proceso está bastante más atrasado y donde la lengua no sólo está minorizada, sino que es minoritaria y no es lengua propia de la inmensa mayoría del territorio.
En conclusión
En conclusión, los asturianos y las asturianas debemos apoyar la justa lucha de los hermanos leoneses, no sólo porque es de justicia (que lo es), porque tienen derecho (que lo tienen), por solidaridad básica entre los pueblos (que es innegable), sino porque es, una tímida luz de esperanza en este Noroeste que quieren dejar a oscuras y vacío.
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