Cuando se empeñan en disfrazar, en adornar el envoltorio escondiendo el contenido, solo pueden engañan a las personas que no analizan todo el continente. La elección de la Reina y de las Damas de las fiestas tenía como objetivo, durante un año, concederles el privilegio de presidir las fiestas y otros eventos de forma honorífica y figurada. Hoy en día varios son los aspectos que son cuestionados, entre ellos la elección, es decir, quiénes y cómo eligen, a quién eligen y qué se valora; los actos en los que participan, si son educativos y promueven valores democráticos y de compromiso social; y la igualdad, ya que para que sea un acto que promueve la igualdad debería, poner a los sujetos a quienes elige en situación paritaria.
Quienes entendemos que en democracia el reinado no es la opción elegida o preferida, el nombre tampoco tendría mucho sentido, sino que sería más educativo utilizar otro nombre vinculado al servicio y al interés general con una opción de compromiso con las personas que tienen más dificultades y desventajas y reivindicando el esfuerzo para mejorar y promover el cambio social para un futuro mejor para todas y todos. La Reina y Damas de San Mateo, esa figura que cosifica a la mujer, que la expone como simple objeto o adorno lo pueden querer disfrazar y vender como una imagen distinta desde la pena, desde la enfermedad superada pero lo único que se consigue es seguir con una tradición arcaica que no se adecúa a los tiempos, a la sociedad y a la mujer del siglo XXI. Si se quiere dar un homenaje a estas personas hay que cambiar el nombre; no son Reinas, ni Damas. Una Reina y unas Damas de una fiesta nada tiene que ver con un homenaje a unas personas por sus méritos. Y sí es un reconocimiento en nombre de la igualdad también tiene que incluir a los hombres. Nada que decir en contra de las mujeres capaces de luchar, de no rendirse ante las adversidades de la vida, todo nuestro reconocimiento y apoyo. Para ello se les puede hacer un homenaje público a todas y todos los que han vencido esos obstáculos. Se les puede y se les debe apoyar con una sanidad pública de calidad, eficiente y rápida. Con una educación pública inclusiva y con todos los medios (sin recortes) necesarios para que así sea. Hay muchas fórmulas desde el Ayuntamiento, desde las instituciones que ayudarían a estas personas en su lucha. Todo lo que no se está haciendo desde este Ayuntamiento. Nada tiene que ver el ser Reina, y Damas con lo que nos quieren vender desde la caridad, desde el machismo paternalista y la exhibición. Esta sociedad no necesita Reinas. No necesita Damas. Necesitamos igualdad, respeto. Mujeres valientes, que sean valoradas por lo que son, sin envoltorios de celofán. La Reina y Damas en las fiestas de San Mateo nos hace retroceder a esas fiestas donde el mejor decorado es el cuerpo de la mujer, el objeto y no el sujeto. No, no valen disculpas de méritos, ni obstáculos superados para recuperar una figura trasnochada, rancia, y que denigra a la mujer.
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