Ha nacido para hacer televisión. Álex Boada conecta con la cámara, como un poeta con su verso. Sin ánimo de estrella, pero con unas maneras impecables y rigurosas, Alex es una especie de devorador de escaletas, a las que impregna con su propia personalidad, cual amante apasionado con sus devociones secretas.
Con un agudo y peliagudo sentido del humor, este híbrido entre la cornisa cantábrica y la meseta castellana, es capaz de revolver a todo un plató en un santiamén, con sus reflexiones a menudo transgresoras e irreverentes, y siempre intensas.
La verdad es que Alex es un tipo divertido y ocurrente, que te hace fácil y diferente un momento televisivo, y que destila profesionalidad. Por eso me encanta. Sí, me encanta que desde Asturias y en Asturias tengamos jóvenes como él, que han decidido apostar por su tierra en el más amplio sentido del término, y que se dejan la piel día a día por ofrecer al espectador una televisión pública decente y digna.
Alex interpreta con soltura y naturalidad, y haciendo gala de la mejor escuela televisiva, diferentes roles: lo mismo se mete en el papel del reportero de calle, que comenta desde plató la actualidad o que conduce un programa. Es un todoterreno al que nunca se le ‘gripa’ el motor.
Combina la verdosa y frondosa ironía de su Lena natal, con la austeridad castellana que corre por sus venas maternas, y eso hace que su personalidad resulte llamativa.
Alex Boada representa las buenas añadas que se dieron en la década de los ochenta, y que ahora están en ese punto vital de darlo todo con la máxima ilusión y con unas dosis notables de estudio y experiencia.
Formado en Salamanca y Madrid, está curtido en el medio televisivo y radiofónico, y siente pasión por la información. Y lo cierto es que, desde la mirada del espectador, resulta muy gratificante encontrar un profesional que se implica con la verdad y se esfuerza por investigarla, y por encontrar un punto de vista entre la asepsia y la originalidad.
Pese a ser nativo no digital, se mueve como pez en el agua en los entornos digitales. En realidad, es como si hubiera nacido con una tablet en la mano, y la verdad es que ese apéndice tecnológico le sienta genial a su puesta en escena, donde el Alex más actoral coquetea no solo con la cámara, sino hasta con el aire que respira.
No me resisto a dejarme en este tintero electrónico una suculenta anécdota: yo misma he sido testigo presencial en plató de cómo Alex trataba de seducir a la mismísima Siri, y casi, casi fue capaz de quedar con ella.
De momento, Siri solo le puso un pero: «Para quedar contigo Alex tengo un problema, y es que carezco de forma corpórea…» Pero bueno, estoy segura de que nuestro reportero no cejará en esta fascinante appventura.
Además, el otro día descubrí, gracias al también indescriptible Pedro Durán, que Alex es apodado entre sus compis el rey del brócoli, por su pasional consumo de esta hortaliza, y me alegré muchísimo porque a mí también me encanta, y considero que es una buena manera de pensar en verde, en estos convulsos tiempos de cambio mucho más que climático.
Comentarios