Ahora que se ha cerrado la vía de la coalición con Podemos, quizá sea el momento de volver a las historias de la vida real de los ciudadanos. Por ejemplo, esta: he visto en la televisión las desventuras de una chica tetrapléjica de Barcelona, con una minusvalía del 94 %. Hace años, cuando gobernaba Zapatero, le adjudicaron a su madre una ayuda a la dependencia como cuidadora no profesional de 500 euros mensuales. Después, con los recortes de la crisis, esa ayuda se redujo a 432 euros. Y más tarde, la Generalitat de Cataluña inventó no sé que norma de incompatibilidades para pobres que dejó esa ayuda en 36,30 euros, menos del 10 % de la cantidad anterior. Con poco más de un euro diario esa familia tiene que hacer frente a todos los gastos de una gran dependiente, al margen de las atenciones que recibe en un centro ocupacional.
Seguro que hay cientos, quizá miles de personas que están en la misma situación y sufren ese rigor administrativo, pero no conocemos sus casos porque sus familias no los denuncian a los medios informativos. Quiere la casualidad que el mismo día que la televisión daba a conocer esta injusticia, los periódicos publicaban que la alcaldesa de la misma ciudad, doña Ada Colau, famosa activista a favor de los desfavorecidos, se subía el sueldo un 40 %, y sus concejales, un 27 %. Quiso también la casualidad que hace unos días se publicara que los viajes a Bruselas del presidente del Gobierno que aplica incompatibilidades a desvalidos han sido pagados con el dinero que no hay para dependientes. Y es público que los mismos que recortan esas ayudas inauguran y sostienen embajadas en países extranjeros y dedican importantes cantidades a la financiación de organizaciones separatistas.
En el resto de España, como las cuentas públicas son todavía las que redactó el ministro Montoro y el bloqueo político paralizó la transferencia de 5.000 millones de euros a las comunidades autónomas, los sectores de población más necesitados siguen sufriendo los efectos de los ajustes que fueron necesarios para salir del hoyo económico. Entre esos sectores, y el más doliente, el de la dependencia. Quiso también la casualidad que ya en tiempos de Rajoy se nos dijera que se habían terminado los recortes. Y últimamente las noticias hablan de una buena evolución de la economía nacional. La Hacienda Pública está ingresando más que nunca. Somos, según la propaganda oficial, la economía que mejor funciona de la Unión Europea. Todo esto queda muy bien para la estadística triunfal y la propaganda. A los más desfavorecidos no es que no les llegue la mejoría prometida. Es que les quitan la poca que tienen. Y a esto le llaman justicia social.
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