El tren de Las Piraguas, también conocido como tren fluvial, fue el primer tren turístico español. Nunca hasta entonces en España se había pensado en el tren con un fin exclusivamente lúdico, festivo y deportivo en el marco de un acontecimiento tan singular y hermoso como la Fiesta de las Piraguas, que, dicho sea de paso, transcurre en uno de los ríos y de los parajes naturales más bellos del cielo y la tierra…
El tren de Las Piraguas fue un pionero total, y andando el tiempo se convirtió en el precedente e inspirador de los demás trenes turísticos que surcan la cultura española a lomos de esos senderos de hierro y sueños, surgidos de la firme combinación de raíles y traviesas.
El tren de Las Piraguas es un esplendoroso septuañero, que llega año tras año lleno de ilusiones y recuerdos, siempre dispuesto a dar el do de pecho para que la última sea siempre la mejor edición de un viaje absolutamente indescriptible.
Está a punto de cumplir 75 años, y estoy segura que será una efeméride que no pasará desapercibida en Asturias y en el exterior. Será una vez más un momento de esos en que Asturias se abre al mundo y demuestra su potencial pionero, y sus ganas de seguir creando sueños.
Este trozo de la Europa Atlántica de la que formo parte, siempre ha estado vinculado a la magia del ferrocarril, que fue clave en el desarrollo industrial, económico, social e intelectual de Asturias. Así que, como no existen las casualidades, un tren como el de Las Piraguas solo podía nacer aquí.
Como tampoco es casualidad que mi vida haya estado marcada siempre por el ferrocarril, al que considero mucho más que un medio de transporte, y por distintos ferroviarios que han ido apareciendo en los raíles de mi existencia.
Uno de ellos es Amador Robles. Un leonés prendado del Reino de Asturias, que ha estado siempre a pie obra y de estación en todo lo que a trenes turísticos españoles se refiere. Amador es uno de los cerebros de la gestión ferroviaria de este país. Apasionado del tren, y conocedor de su inmenso potencial cultural, turístico y económico, este gestor infatigable y contundente tiene mucho que contar sobre el nacimiento e impulso de los trenes turísticos que han hecho crecer en las últimas décadas la marca España en el mundo, entre otros, el Transcantábrico y el Al Andalus.
Como lo suyo es el ‘backstage’, Robles se transforma, casi siempre, en esa mano etérea y sagaz que pone el rumbo y el ritmo a los raíles turísticos de este país. Y por supuesto, el tren fluvial es uno de sus seres mimados, como si fuera un guaje asturianu al que tiene que tutelar para que no pierda su pureza y su esencia.
Así que solo espero de corazón que mis trenes y ferroviarios de cabecera sigan dándolo todo para que no perdamos esa memoria de hierro que atesoramos en Asturias, y que nos hace diferentes… ¡Porque nosotros sí que somos diferentes!
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