Sobre el carbón de la playa de San Lorenzo

OPINIÓN

10 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En los muelles locales de Gijón y en el puerto exterior de El Musel se han realizado operaciones de carga, descarga, almacenamiento, transporte y vertido de carbón al mar desde hace unos doscientos años. En una primera fase, se manejaron carbones de origen nacional, a partir de finales de los 60, carbones importados de distintos países. Desde el inicio de las operaciones en los muelles locales hasta 1986, no se había registrado ni un solo episodio de presencia masiva de carbón sobre las arenas de San Lorenzo. Sin embargo, es a parir del accidente del buque «Castillo de Salas», en enero de 1986, que derramó más de 60.000 toneladas de carbón cerca de San Lorenzo, cuando se registran frecuentes manchas de carbón sobre la playa. Por otra parte, a partir del citado siniestro se han detectado grandes depósitos dispersos de carbón sobre los fondos de la bahía gijonesa. Y ahí siguen. Hasta ahora, ni Costas, ni el Principado de Asturias, ni la Autoridad Portuaria de Gijón, ni el Ayuntamiento de la ciudad han presentado un informe en el que se describan con detalle y precisión las características fisicoquímicas del carbón derramado y las dinámicas de esos depósitos próximos a la playa.

¿Hasta dónde viajan, tras retirarse de la playa, las piedras y partículas de carbón que previamente cubren el arenal? ¿Dónde se mezclan las piedras del «Castillo de Salas» con las que supuestamente vienen desde El Musel? Se sabe que las procedentes del «Castillo de Salas» están redondeadas por la erosión sufrida durante más de treinta años rodando por los fondos marinos. ¿Lo están en la misma medida las que proceden de las operaciones portuarias? ¿Cómo actúan las corrientes sumergidas, las barras rocosas que se interponen al paso de las piedras de carbón, las algas, y cómo influye el estado del mar sobre los depósitos de carbón? La playa del Arbeyal y la de Poniente están más cerca de El Musel, pero no presentan manchas de carbón como San Lorenzo, ¿Por qué?

Si se toma un paño de 2 metros por 2 metros de una de las grandes manchas de carbón que quedan sobre la arena de la playa, ¿qué porcentaje de piedras de más de 50 mm de eje mayor, son distintas del resto? ¿Un 1%?

¿Se han analizado las piedras que se encuentran en las proximidades de los muelles de operaciones? Si no hay muestras del carbón que se mueve en El Musel, ¿cómo se sabe que proceden de allí?

¿Qué fuerza probatoria a efectos de dictamen científico, pueden tener expresiones tales como «podría ser», «habría que tomar muestras», y otras de similar jaez?

Dado el tamaño de los fragmentos analizados, bien podrían haber llegado a la playa por vía aérea, con lo que se estaría desvirtuando el problema real.

Hasta ahora, se puede afirmar que no hay pruebas concluyentes para demostrar que hay piedras de tamaño superior a 1 centímetro de eje mayor, que procedan de El Musel, y que hayan sido recogidas en el arenal de San Lorenzo.Lo que sí resulta preocupante es que los fragmentos analizados procedentes de la playa presenten un alto índice de toxicidad. Si a eso se añade que el carbón es un producto contaminante, tanto por alterar el estado normal de la playa como por su contenido en productos tóxicos, hay un problema real. Así pues, el empeño debe centrarse no en saber de dónde y cómo ha venido el carbón a la playa, sino en que está ahí, y que hay que eliminarlo. Ese debe de ser el objetivo prioritario.

Si a la contaminación producida por el carbón se suman los efectos de las aguas contaminadas del río Piles y la llegada de aguas procedentes del emisario de Peñarrubia, además de otros focos emisores, ¿No habría que revisar la calificación de playa de calidad turística?

El tiempo de las observaciones dilatorias debe de dar paso al de actuaciones responsables y eficaces. Treinta y tres años después del accidente del Castillo de Salas, ya va siendo hora que el Ayuntamiento de Gijón, y el resto de organismos implicados en el desastre de la playa de San Lorenzo realicen un diagnóstico preciso, con la intervención de un organismo independiente suficientemente acreditado, en el que se recoja fielmente el estado de salubridad del arenal gijonés y el de las aguas de baño. Es hora de dejarse de florituras superfluas y de abordar el problema eficazmente.

Cándido González Carnero es miembro de la Sociedad Civil Estatal de Podemos