Lo tiene todo. Es la cuna de uno de los quesos más antiguos que conoce la humanidad. Tiene una raza autóctona de ganado, la vaca casina. Es una de las mayores reservas de agua dulce de la Cornisa Cantábrica, y una de las manchas etnográficas más antiguas y sólidas de todo el norte peninsular.
El Parque Natural de Redes, integrado por los concejos de Caso y Sobrescobio, es la esencia viva del Alto Nalón, precisamente porque en su territorio nace y se hace adulto este histórico río, el más largo y caudaloso de toda Asturias.
En Redes los bosques abruman por la frondosidad y antigüedad, y las aldeas son escenarios para el mejor realismo mágico. La naturaleza es tan envolvente y cautivadora, que Redes tal parece estar tocado de un halo sobrenatural.
Y esa imagen de Santa María la Real de Tanes sobre el embalse, dibujándose con toda su grandeza y nitidez sobre las aguas, se eleva al rango de arte supremo, con un toque místico que embelesa.
Definitivamente, Redes es un lugar fascinante… Guarda tantos secretos, tantas historias… Tanto gozo, y a la par tanto esfuerzo y tanto sufrimiento, que su atmósfera es inusual.
¿Y las madreñas? Ese calzado de la sobrevivencia que se extingue sin remisión… alcanza en Redes su máxima expresión.
Así que Redes tiene la capacidad de encantar pero no lo sabe. Lo tiene todo pero no lo sabe. Precisamente por eso, está sumido en un silencio solo roto por los cencerros del ganado, el susurro de sus arroyos y cascadas, el rumor del gran río y la algarabía de los montañeros que recorren sus senderos.
¿Y Tarna? ¿Qué decir de Tarna? Un puerto espléndidamente humanizado, que ha sido campo de batalla -de una de las más cruentas batallas que conoció la Europa del siglo XX-, y debería ser una referencia obligada e ineludible de la memoria histórica de este continente que habitamos.
Redes lo tiene todo, pero no es consciente de su potencia. Y esa inconsciencia hace que no comparta con el mundo su grandeza.
Necesita reforzar su arraigada identidad, con el inequívoco propósito de sobrevivir a la sangría demográfica y al síndrome estructural de la España vacía.
En esa reafirmación de su identidad, de esa identidad poderosa y única, es donde Redes y sus habitantes pueden encontrar un proyecto de vida, de futuro, con unas garantías de mínimos que posibiliten una opción vital digna, para poder hacer lo que les gusta en el país que aman.
Redes no puede quedar diluido o subsumido en la indefinición, porque esta circunstancia es el principio del fin.
El refuerzo de la identidad empieza por el esfuerzo de sus habitantes actuando como un lobby de presión ante las instituciones y, sobre todo, como un colectivo organizado y coordinado para marcarse unos objetivos claros que les otorgue un espacio real en la economía de mercado, y los haga competitivos.
Redes lo tiene todo. Por esta razón es mucho más que un Parque Natural. Pero languidece, al menos por el momento…
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