Esta semana despedimos las clases de Políticas Públicas de la Unión Europea en la Universidad de Santiago con un retrato original, compuesto por Manfred Weber, Frans Timmermans, Guy Verhofstadt y Ska Keller, tomado el 2 de mayo de 2019, en la distinguida Sala del Consiglio del Instituto Universitario de Florencia. Presentaban y discutían las propuestas de políticas del Partido Popular, el Partido Socialista, la Alianza de los Liberales y Demócratas, y el Partido Verde, europartidos que los han escogido como sus candidatos a presidir la Comisión Europea en la próxima legislatura 2019-2024. Se trataba de uno de los pocos debates europeos de la campaña de las elecciones de eurodiputados que se celebran este mes, finalmente en los 28 estados miembros, incluido el Reino Unido.
En los comicios europeos anteriores del 2014, ya se había recurrido a esta figura del candidato principal (Spitzenkandidat) para tratar de europeizar el debate público anterior y la propia elección de miembros de cada país en el Parlamento europeo. La norma para buscar una figura de consenso a fin de proponerla a la Eurocámara como candidato a presidir la Comisión únicamente exige a los líderes nacionales reunidos en el Consejo Europeo tener en cuenta los resultados de las elecciones europeas. El sistema de candidatos principales (Sptizenkandidaten) convertirá desde el próximo otoño al ya ex primer ministro de Luxemburgo Juncker en también expresidente de la Comisión, de la unión bancaria, de la crisis de los refugiados o del brexit, entre otros muchos temas no menores que pudo abordar con mayor legitimidad democrática gracias a haber sido sometido al veredicto de las urnas europeas por primera vez en la historia de la integración.
En esta última actividad del curso, uno de mis estudiantes comentó que el Spitzenkandidat era «otra idea más de los pijos de Bruselas para quedar bien». Reconocí parcialmente su acierto en base a una poderosa razón. El contenido y la dinámica del debate resultó de nuestro agrado. Las cuatro caras enfrentadas amigablemente en Florencia representan espacios políticos, democracia cristiana, socialdemocracia, centro-liberal y ecologismo, con posiciones próximas en muchos temas de la UE. Además, deben negociar y llegar a acuerdos en el Parlamento para que esta institución pueda dejar huella en los productos legislativos de la Unión. Sin embargo, sus diferencias en prioridades y medidas, notables en muchas políticas, desde migraciones a defensa pasando por fiscalidad o cambio climático, no pasaron desapercibidas. Todos salimos con un preferido. La disfunción reside en que en España no le podremos votar, pues el 26-M no encontraremos su nombre encabezando ninguna papeleta.
La participación y la orientación del voto en las elecciones de eurodiputados es importante por distintas razones a las que hoy no me podré referir, pero estos comicios distan de ser europeos. Para empezar, los ciudadanos no escogemos entre listas transnacionales presididas en todos los países por los candidatos principales. De ahí que la pregunta, dirigida a los líderes nacionales responsables de resolver esta trascendente cuestión, sea ¿elecciones europeas, «pa cuando»?
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