Luego del saludo monclovita, usual entre presidentes en funciones y líderes de los partidos de la oposición, parecía que todo quedaría en calma y en declaraciones hasta la constitución de la Mesa del Congreso. Con tantos poderes para ejercer como se demostró en la anterior legislatura.
En las reuniones con Casado y Rivera estuvo la prioridad de Pedro Sánchez en torno a Cataluña. Prioridad también para Casado y Rivera, que no dudaron en ofrecer sus senadores para volver a aplicar el 155 de la Constitución. Pero Pedro Sánchez está en tiempos de política, y para ello provoca con Miquel Iceta para presidir el Senado.
La respuesta del secretario de Organización de Ciudadanos es elocuente: La decisión de Sánchez envía el mensaje de ‘No al 155’. Y añade: «Pone al ideólogo del tripartit de Carod-Rovira y defensor de los indultos a los golpistas al frente del Senado. El sanchismo premia a los defensores del separatismo». La argumentación de Pablo Casado, que no acudió a Twitter, se revela más centrada que en la campaña, pero no menos dura: «El presidente del Senado, que es donde se tiene que aplicar el 155, ha dicho que va a haber consulta de independencia en 10 años; me deja muy preocupado la decisión del señor Sánchez». Y todo ello en el tiempo que les deja libre su enconada pugna por el liderazgo en un amplio espectro de la derecha.
Acostumbrados a que el Senado haya sido una institución de reposo para recompensar servicios prestados o dar cobertura a otras ocupaciones, en su papel principal de Cámara de segunda lectura, sometida a la mayoría del Congreso, en la última legislatura cobró un protagonismo especial al residir en ella la aprobación de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Sobre todo porque, fracasados todos los intentos para que Puigdemont convocara elecciones después de proclamar la ilegal DUI, correspondió al Senado su aprobación, por vez primera en la historia, para suspender las competencias autonómicas de Cataluña. El PSC apoyó esta iniciativa (aunque Montilla, el único senador de los socialistas catalanes, no votó), pero, al igual que el PSOE, considera que ahora no cabe volver a aplicarla como proponen el PP y Ciudadanos. Por otra parte, la relevancia reciente del Senado deriva también de la capacidad que le fue otorgada por los populares para aprobar el techo de gasto presupuestario, en aras a lograrlo o impedirlo con su mayoría absoluta.
Es cierto que el señor Iceta mantiene su posición de lograr una salida negociada en el conflicto con los independentistas que tiene dividida y paralizada a Cataluña, pero no fuera de la Constitución. Por ello, la propuesta de Miquel Iceta para la presidencia del Senado tiene algo que ver con una declaración política de calado, más allá de Cataluña. No solo porque, como señalaba Enrique Clemente, «su estilo le ha convertido en una especie de icono pop del socialismo», sino porque mantiene una posición federalista ante una hipotética reforma de la Constitución.