Este año solapará la Semana Santa, con sus pendones, banderas y estandartes y los primeros días de ese otro espectáculo político de primera magnitud como lo es la campaña electoral, que culminará ante las urnas, el próximo 28 de abril, con recuento de votos, nulidades y abstenciones. En ambos casos, apariencias y realidades se fundirán en el tiempo. A pesar del montaje, tanto la Santa Madre Iglesia como los partidos políticos, salvo los primerizos, se conocen por su trayectoria, por su conducta frente a la sociedad. De la iglesia católica poco se puede añadir a lo que estamos viendo y viviendo, naturalmente, para quienes quieren verlo. Sobre la clase política habrá que hacer una pequeña reflexión: en la España democrática, la nacida de la Constitución del 78, los partidos que nos han gobernado han conseguido que las desigualdades lejos de tender a reducirse, han ido creciendo, hasta tal extremo que unos pocos ricos acumulan más riqueza que el resto de la sociedad, por lo que la clase media está seriamente amenazada y hay más familias pobres que hace unos años.
La derecha una y trina
Las derechas, tanto si actúan como un bloque monolítico- como lo ha hecho con mayoría absoluta- o formando dúos o tríos como en esta ocasión, tienen como objetivo inequívoco defender los intereses del gran capital, y siempre lo harán, sea cual sea su discurso, sean cuales fueren sus gestos y promesas, sus declaraciones y propuestas, ese es único objetivo. Su modelo es privatizador, su sanidad, un puro negocio; su educación elitista. Intentarán imponernos su modelo moral. El ético no les interesa. Su perfil moral es tremendamente flexible, y aunque sean declarados por la justicia como delincuentes, trataran de que la sociedad acepte la corrupción y la delincuencia social como algo consustancial con la especie humana, algo normal, y se subirán a los estrados como gentes puras y limpias, regeneradores de la sociedad. Eficaces gestores de la economía. ¿Cómo alguien que no tiene escrúpulos en robar a la sociedad, puede ser un gestor ejemplar?- Se erigirán en señores feudadles de la moral pública, en dueños y señores de la vida y la muerte de todos- creyentes y no creyentes- y se harán socios espirituales de quienes confunden la patria con el patrimonio, y la dictadura fascista con la paz social.
La unidad nacional
Su contradictorio credo sobre la unidad nacional no resiste un mínimo análisis intelectual. Algunos de sus más conspicuos candidatos han jurado la Constitución Española, con todos los valores y preceptos que entraña; han percibido altas retribuciones con cargo a los presupuestos generales del Estado. Se retiran y siguen con cobrando de los fondos estatales, pero ahora, se presentan como salvapatrias, y piden a los españoles renieguen de los valores democráticos y se abracen al franquismo machista, ese de catecismo, mili, mantilla y cuneta, como si esa no fuese una forma de dividir y romper España, una vía directa para retornar a la caverna, un homenaje al golpismo y una renuncia a los valores democráticos. Se proponen crear una España de pistoleros, y de ricos con derecho de pernada, todos vienen de un mismo tronco, de una casa común, la España de Franco.
La derecha camuflada
Y de acompañantes por encargo, surge esa otra derecha sin criterio claro, cambiante y veleta, que busca el voto dubitativo para “capitalizarlo”. Esa derecha camaleónica, que igual le da vestir de azul que de naranja, que dice defender la unidad de España, pero aplaude que todo se venda a intereses extranjeros, y oculta cómo se financia. Y no tiene ningún rubor meterse en la cama con los sucesores de los camisas negras y del indecente bajo palio.
Los barones de la vieja guardia
Y la socialdemocracia, devaluada por su progresiva deriva hacia el capitalismo, está sumida en graves luchas internas entre el baronazgo más corroido y quienes con el apoyo de la militancia más genuina del socialismo de base han sabido encontrar, a instancias de Podemos, una vía para recuperar crédito social y pujanza electoral. Sin embargo, el riesgo de volver a las andadas es evidente. De ahí la necesidad de que el electorado de izquierdas tome conciencia de la gravedad de la situación y busque el triunfo de una izquierda equilibrada, en la que las apetencias del baronazgo más caduco queden anuladas. En esta ocasión, es de capital importancia ir a votar o hacerlo por correo. Se está jugando el futuro de la España democrática.
El generalito a caballo y el obrero en alpargatas
Lo que se vota no es a este o aquel partido, se vota si lo que se quiere es una sociedad más justa y equilibrada, en la que se respete la igualdad de oportunidades, y se preserve la libertad individual, esa que nos permite ser personas con capacidad de decisión propia sobre su cuerpo, o si lo que se quiere es volver a la España del generalito a caballo, el obrero en alpargateas, el obispo de brazo en alto, la misa diaria, y el NODO como telediario. Eso es lo que nos estamos jugando, digan lo que digan los portavoces de las cloacas, la conferencia episcopal radiofónica, y los “neñatos” asilvestrados de reciente hornada. Quedarse en casa será apostar por el retorno a la España predemocrática.
Otros cuarenta años de dictadura serían demasiado. En los últimos meses, se ha demostrado que hay ideas y fuerza para superar un tiempo ya pasado. Defendamos la regeneración democrática. Utilicemos el voto como antídoto contra el resurgir de la bestia de las cloacas. Invitemos a todos a salvar la democracia. Musolini sigue latiendo en el corazón de quienes quieren cargarse la democracia.
¡Ojalá nuestros hijos y nietos no estén condenados a vivir en el pasado!
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