Si hubo petición por parte del Gobierno, el Gobierno ha caído en la indignidad. Con gente que monta el espectáculo que montó en Vitoria no se puede tener ninguna relación
Esos amables chicos de Bildu no tardaron ni 24 horas en volver a mostrar su auténtica identidad. El miércoles votaron a favor de los decretazos de Sánchez con el consabido argumento de que «apuntan en la buena dirección». Después sacaron pecho y pusieron en valor su voto y su alianza con Esquerra Republicana de Cataluña: anunciaron que van a ser decisivos en la formación del próximo Gobierno. Al día siguiente, jueves, uno de sus portavoces habló en el Parlamento vasco y, de sus delicadas palabras, destacan las dirigidas a la Policía Nacional: entre otros insultos que es mejor ni mencionar, llamó nazis a sus miembros, como gran aportación a la convivencia.
También el miércoles, Pablo Casado reprochó a Pedro Sánchez que buscase el apoyo de un partido que no había condenado los asesinatos de ETA, y eso, que parecía un tópico discurso de ritual, terminó dando la razón al líder del PP. Ciertamente, es muy difícil rechazar los votos de unos indeseables si deciden dártelos, pero queda claro que, si hubo petición por parte del Gobierno, el Gobierno ha caído en la indignidad. Con gente que monta el espectáculo que montó en Vitoria no se puede tener ninguna relación. Ni de contactos políticos, ni de amistad y, mucho menos, de cooperación, por mucho que el Gobierno se juegue en unas medidas claramente electoralistas. Si hay algún cordón sanitario que establecer antes y después de las elecciones es el que aísle a los violentos, que ahí siguen, o a los enemigos del Estado, que no matan, pero siguen actuando con odio, descaro y ansias de provocación.
Un alto cargo gubernamental me decía ayer que el debate no era Bildu, sino otros dos partidos: Ciudadanos, que había prometido no respaldar ningún decreto y el miércoles incumplió su palabra dando la razón a Santiago Abascal cuando le llama «veleta naranja», y el PP que, en plan ‘señor no’ ni siquiera había dado el visto bueno a un decreto tan necesario como el que contempla las medidas ante un brexit duro. Quizá tenga razón. Es más: creo que el PP se volverá a equivocar si, como anuncia, recurre los decretazos ante el Constitucional. Es dudoso que el TC decida suspenderlos de forma cautelar, pero es más dudoso todavía que el PP obtenga algún beneficio de imagen al oponerse a medidas que son de un ostentoso electoralismo, pero gustan a todos sus beneficiarios.
Quizá tenga razón el alto cargo, insisto. Pero el hecho es que, después de lo visto en el Parlamento vasco, Bildu ha contaminado al Gobierno. Lo ha manchado. Y ese Gobierno debe aclarar, al menos, si es cierto que pidió el apoyo de los sucesores de ETA. No es lo mismo recibirlo que mendigarlo. Y sería escandaloso que les hubiera dado algo a cambio de su convalidación.
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