Si Llanes fuera una metáfora sin fin, Lolo Maya sería su autor. Y si fuera un poema, sería su rapsoda. Y si fuera una tragedia, sería su Edipo. Y es que Manuel Maya Conde, el polígrafo, prolífico y polisémico director de El Oriente de Asturias, fue durante toda su vida, un idealista defensor de la memoria y de los sueños astures que hace más de mil años prendieron en Primorias.
Lolo Maya fue un ejemplar custodio de cientos de historias que, sin su empeño y su constancia, jamás se habrían contado. Fue un recitador incansable de las voces indianas de ultramar, un admirador de los sabios asturianos, un editor de los silencios y los sonidos de tantas y tantas aldeas del oriente de Asturias. De ese oriente donde este desconcertante paraíso terrenal se pliega en estrecheces, y se despliega en grandezas que van desde los Picos de Europa hasta la mar.
Lolo Maya fue leal al sacrificio en un contexto de supervivencia extrema, en medio de una Asturias que cada vez va yendo a menos. Fue un captador de lapsus y un enemigo acérrimo de la amnesia y la injusticia.
Si Manuel Maya Conde no hubiera existido, el mundo tendría menos de llanisco y de asturiano. Porque el otrora director de El Oriente de Asturias es directamente responsable de una discreta corriente de ‘llanesquización’ de la Humanidad.
Con pasión sostenida e inagotable, Maya fue recopilando en sus páginas de historia la savia incontenible del volcánico Mazucu o la humilde intrahistoria del entrañable Cuera.
En su personal astrofísica, fue un entusiasta descubridor de rutilantes estrellas de una galaxia llamada Llanes. Y movió montañas de conocimiento más altas que las imponentes cumbres de los Picos de Europa. Removió conciencias, desterró complejos y dibujó las estelas de poetas llaniscos, tan auténticos como universales.
Lolo Maya, sencillo, humilde, discreto, trabajador. Amigo de sus amigos hasta donde hiciera falta. Amante de su familia, a la que entregó su vida.
Un día de marzo de 2019 se nos fue. Se nos fue tal como había venido. Casi de puntillas, en medio del silencio y del rumor constante de las olas de Toró.
Y por qué no decirlo. Manuel Maya Conde también padeció el olvido. Vio morir su Oriente de Asturias, y la silente agonía de lo que fue mucho más que un periódico, dejó su alma herida, ya sin reparo posible.
Lolo fue la mente propulsora e inspiradora de El Oriente de Asturias durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros lustros del siglo XXI, hasta su cierre definitivo.
Sin El Oriente de Asturias y sin Lolo Maya, esta tierra pierde uno de sus baluartes culturales, vitales y emocionales más sólidos y valientes.
Manuel Maya Conde fue un gran resistente. Todo un modelo de resiliencia en el inexorable camino hacia la extinción que hace décadas ha iniciado su Asturias del alma.
Espero de corazón que sepamos velar por su memoria y su legado, como él lo hizo con el de muchos otros.
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