Flor Guardado: ella fue la primera

OPINIÓN

25 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A esta gijonesa la nacieron en Venezuela pero muy pronto la trajeron a beber el nordeste del Cantábrico, y resulta que tan buenos vientos soplaron en su vida que la pequeña Flor se enamoró de Gigia casi tanto como Jovellanos.

Con el tiempo, el cerro de Santa Catalina fue el espacio de sus sueños de navegación, con la mirada siempre puesta en el horizonte azul y cercano que divisaba cada día de su vida desde su amada Cimadevilla.

Y el viento en popa a toda vela impulsó la vocación de Flor Guardado por el marketing y la gestión de la náutica deportiva, en la que hoy la directora del Puerto deportivo de Gijón, es una auténtica especialista.

Con un tesón encomiable y una capacidad innata para capear el temporal, la capitana Guardado ha sabido labrarse, con discreción y esfuerzo, un hueco en el selectivo y nada fácil mundo de los puertos deportivos en Asturias y en España.

La he visto luchar contra viento y marea para no perder el rumbo y llegar a buen puerto, y como los buenos navegantes, con templanza y sin aspavientos ni heroicidades innecesarias, siempre lo ha conseguido.

De vocación europeísta, Flor siente que el Arco Atlántico es mucho más que un diseño geoestratégico sobre el mapa continental. Sabe que esta parte de Europa es y será nuestro mercado potencial prioritario más poderoso en lo que a la náutica deportiva se refiere. Y por eso siempre ha puesto la proa de Gijón rumbo a la Francia atlántica y a las islas británicas.

Aunque tampoco descuida las corrientes transoceánicas, y de vez en cuando le gusta explorar nuevos mundos, emulando a un tal Cristóbal Colón.

Su curiosidad es insaciable, y por esta razón es una auténtica esponja absorbiendo conocimientos, como si fuera una adolescente que está descubriendo nuevos mundos cada día.

Apasionada del deporte y las actividades de ocio al aire libre, esta ex esquiadora sabe mucho del sufrimiento que acarrean las lesiones y ha encontrado en la náutica el bálsamo perfecto para ‘curar’ la eterna querencia por el deporte blanco.

Sabe mirar con humildad y admirar con generosidad. Por eso siempre observa a los mejores, y sigue con atención el modelo y la evolución de los puertos deportivos del Mediterráneo y del Atlántico que marcan la pauta, con el firme objetivo de abarloar su Gijón del alma con la excelencia náutica en el mundo.

Minuciosa y amante de los detalles, Flor es una anfitriona perfecta, algo que en la náutica se convierte en imprescindible, dado que es estrictamente necesario el “savoir faire” en tierra firme y en la mar océana, sean cuales fueren los vientos y las mareas.

De momento, esta chica menuda y de aspecto frágil, ostenta el honor de ser la primera mujer directora de un puerto deportivo en España. Y de momento, no se rinde en su empeño de que Gijón sea una ciudad líder en Europa en el ámbito de los deportes náuticos.

Espero de corazón que el viento sople a favor de sus nobles anhelos…