Por qué debe ganar el Oviedo

OPINIÓN

OSCAR CELA

24 mar 2019 . Actualizado a las 08:29 h.

Uno afronta los días previos al derbi de Asturias (el mayor de los acontecimientos deportivos que va a tener lugar en el planeta esta semana, y lo digo sin exagerar lo más mínimo) en un carrusel emocional, con sus altibajos, sus momentos de euforia y fe ciega en la victoria y también con sus instantes oscuros de dudas. Aunque según se acerca la hora señalada, la verdad, predominan los primeros. Al poco de que comience el partido en el Molinón, sean quienes sean los convocados por Anquela para mí todos son los héroes elegidos del destino, no cambiaría a ninguno por nadie y mi confianza en ellos es plena. Total. Absoluta. Desde el pitido inicial hasta el último segundo del descuento.

La semana antes del derbi se vive rascando cada noticia, cada rumor y comentario, cada repaso de las afrentas y polémicas más antiguas o más recientes entre dos rivales irreconciliables y no puede ser de otra manera. Estamos en el siglo XXI y (esto lo digo también sin exagerar) el Oviedo es quizá el equipo más tuitero de España. Allí mensaje a mensaje se han ido puliendo las ironías, las puyas y los zascas con que se retan las aficiones antes de que comience el partido de verdad.

Ha habido quien ha tirado según de qué estadística para intentar llevar el ascua a su sardina. Los números, bien se sabe, se pueden torturar hasta que digan lo que uno quiere. Pero estamos hablando del derbi de Asturias y aquí los hechos son incontestables. Sumando los encuentros en distintas divisiones y competiciones el balance es positivo para los azules. Lo ha sido de forma abrumadora en los tan cercanos que aún se rozan con la punta de los dedos y también en el conjunto de la historia. Esto es relevante. Siendo rigurosos, el fútbol no es que sea un deporte de matraca y muchos otros le superan el técnica y esfuerzo (aunque tiene sus momentos especialmente brillantes). En lo que el fútbol es indiscutible es en la emoción que despierta, en eso tan sutil pero imprescindible como la capacidad de conmover. Y es aquí (porque los argumentos futbolísticos los van a tener que dar exclusivamente los jugadores en el campo) donde contienden las aficiones.

Las cantidades son fáciles de medir, las calidades no tanto. Los carbayones nos curtimos durante demasiado tiempo en los paisajes del drama, en noches sin estrellas que parecían no terminar nunca pero aquí estamos; más duros y más fuertes, casi que se diría que nada puede ya hacernos daño. Pero que nadie se engañe porque esta historia no empezó anteayer ni tampoco en los tiempos del barro. El Oviedo tiene más que leyenda en su trayectoria pero no tiene unos orígenes legendarios, de esos que se difuminan en relatos que rozan el «invent» y de los que no hay testimonios. Aquí está claro y hay un acta fundacional que corrobora su nacimiento, en 1926, y en la sede La Voz de Asturias, nada menos. Qué orgullo poder escribir estas palabras en este periódico. Lo digo porque hay una cierta generación entre los rivales que piensa que el peor de los momentos del Oviedo es toda su historia, que esa flaqueza momentánea era lo normal y lo corriente y sólo ahora empieza a despertar golpe a golpe (gracias Toché, gracias Mossa, gracias Ibra, gracias Alanís, gracias, gracias, gracias) de ese vano mundo de ilusión que se montaron.

El primero de los derbis de la pasada temporada fue el del orgullo y no me extrañó que se extrañaran de que se celebrara un empate. El segundo se ganó en el Tartiere con valor, en medio de una tormenta que parecía haber sido convocada por los dioses para poder verlo de cerca. El tercero, de nuevo en casa y con garra, con una garra imparable sobre todo en la primera parte, se saldó una vez más con victoria azul.

¿Crees acaso que se nos ha agotado el lema? Sería estúpido por mi parte intentar ser profeta (yo, lo confieso, sé muy poco de fútbol) y además en un derbi no importa nada de lo que haya pasado antes, sólo importa el presente, segundo a segundo, en cada brizna de hierba de portería a portería. El Oviedo, el Real Oviedo, sólo el Oviedo sin engendros, siempre Oviedo, llega con la posibilidad de meterse en el playoff y esa debe ser su lucha. 

Porque, y esto es lo verdaderamente importante, apréndalo quien deba de aprenderlo, recuerden que ignorante no es quien no sabe si no quien no quiere saber, el Oviedo tiene un pasado antiguo y glorioso, tiene un presente incontestable, pero sobre todo, por encima de todo, tiene un futuro aún más memorable que todavía está por escribir. Y ¿por qué no? Podría a empezar a hacerlo ya aquí y ahora.