Área metropolitana para «dummies»

OPINIÓN

24 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Supongo que a mucha gente le pasará como a mí. Estas cosas de los PGO y el área metropolitana y la ordenación del territorio son cosas que nos suenan un poco a chino.

Cuando te acercas a la política no te queda más remedio que tratar de entender estas cosas a los que unos señores aparentemente muy serios le dan mucha importancia y dicen que nuestra prosperidad futura depende de que se haga lo que ellos dicen.

Lo primero que aprendí fue que ese es principalmente el trabajo de la gente que estudia en la facultad de geografía. La geografía no es saber de memoria los ríos de la vertiente mediterránea o las montañas que rodean a la meseta. No. La geografía trata de entender «la realidad física y humana de un territorio». Vale, ya tenemos la palabreja territorio…

Es decir, que la gente que estudia geografía estudia el territorio, en este caso Asturias y mira su realidad física y humana. ¿Qué quiere eso decir? Pues, por ejemplo, quieres poner un hospital en Arriondas y ves unos terrenos al lado del río que desde que hay pobladores por allí hace varios milenios nadie había ocupado. Y dices guay, mira que buen sitio para poner el hospital…pues no, los antiguos no iban a la facultad de geografía, pero sabían mirar al río y sabían de «mil en mil años, mil, vuelven las aguas por donde solían ir». Vamos que no se debe poner un hospital en una zona inundable.

Si hago leyes para que eso sea así, estoy «ordenando el territorio». Y eso se hace en el parlamento autonómico votando leyes. La política de hecho sirve para eso. Los excesos verbales sobre Venezuela o sobre Cataluña es hacer teatro, no hacer política.

Para ordenar un territorio, como en casi todo en la vida hay que empezar por el principio. ¿Y cuál es el principio?, pues el agua, el suelo, la flora, la fauna…es decir, los recursos naturales. Hay una ley que tiene nombre de película de adultos que es el PORNA, plan de ordenación de los recursos naturales. Que es la ley marco sobre la que debe ordenarse el territorio asturiano. Esa ley es del año 1994 y como ya llovió un poco desde entonces y Asturias es un «poco» diferente que hace 25 años (imagínate, no había WhatsApp), el principio sería actualizar ese plan y pensar realmente qué Asturias queremos. Qué carga de población queremos, qué carga de ganado podemos admitir, qué pasa con nuestra masa forestal, con los espacios naturales. En definitiva, entender dónde vivimos, cómo es nuestro paraíso natural y qué debemos hacer para que esa frase no sea propaganda vacía.

Después del PORNA hay otros instrumentos que tiene un nombre muy aburrido, Directrices de ordenación del territorio, que también están obsoletas y necesitan ser actualizadas.

Si ya tenemos ordenado todo eso y ya sabemos cómo cuidar nuestro paraíso y qué cosas podemos hacer dentro de él sin cargárnoslo o sin que la próxima riada se lleve por delante medio país, lo siguiente es ordenar cómo nos movemos. ¿De verdad necesitamos el AVE a Gijón? ¿Qué necesidades de movilidad tiene un señor que vive en Peñamellera Alta y cómo estamos atendiendo esas necesidades desde lo público? Eso se consigue con un plan de movilidad para toda Asturias, que atienda con criterios de eficiencia el transporte rural, que deje de dar bandazos electorales y que realmente revise nuestras necesidades y los recursos necesarios para satisfacerlos.

Y entonces ya viene cómo nos organizamos para gestionar este territorio. Asturias tiene 78 concejos. No son muchos comparados con Castilla. Salamanca o Burgos superan con creces los 300 municipios, cada una de las provincias. Aun así, hay cosas que se pueden hacer para reducir ese número. Gestionar un concejo moderno es complejo, si a eso añadimos el despoblamiento, podemos pensar si sería positivo que las dos Peñamelleras, o los tres Oscos, o San Martín del Rey Aurelio y Langreo se fusionen.

Para ayuntamientos que no quieren fusionarse, pero tienen intereses comunes se inventaron las mancomunidades. Problema, son poco transparentes, funcionamiento poco democrático, escenario de lucha partidista y algunas particularmente ineficaces. Es un instrumento para revisar y revitalizar.

Después de todo eso, podemos revisar cómo coordinarse los concejos del área central, quizá creando un nuevo ente, aunque sería bueno huir de los entes como de la peste, tienen un nombre que parece un simpático extraterrestre, pero normalmente son un sumidero de energía y dinero que no suele servir para mucho.

Ya sé que esto es más aburrido que insultarse todos los días enarbolando una bandera. La diferencia es que esto nos ayuda a vivir y lo otro es un juego peligroso que puede acabar muy mal. Por eso es importante que debatamos sobre el área central, con todas las discrepancias y matices que queramos, porque nos va la vida en ello. Conseguir que la política sea trabajo y no teatro y que el dinero publico se reinvierta en la sociedad tiene que ser nuestro objetivo.