Carlos López Otín, el ilustre acosado

OPINIÓN

Carlos López Otín
Carlos López Otín

18 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El acoso laboral es un grave problema en España, tan grave que podría convertirse en endémico y estructural. Existe un auténtico techo de la necedad que, con una constancia implacable y una organización nada desdeñable, persigue el talento de forma casi sistemática.

Sin embargo, ante nuestros ojos cotidianos y distraídos con mil historias de supervivencia y manipulación, llega incluso a pasar desapercibido, excepto cuando nos toca de cerca.

El acoso laboral es uno de los miles de rostros del maltrato, y afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque nosotras nos llevemos muchas veces la peor y más silenciosa de las partes en este capítulo de la crueldad de la naturaleza humana.

Precisamente el caso del eminente profesor Carlos López Otín pone de manifiesto que también los sabios, y mucho más a menudo de lo que nos imaginamos, sufren de forma constante y sibilina el acoso y la persecución delictiva por el mero hecho de ser brillantes, de hacer descubrimientos que mejoran la calidad de vida de todos nosotros y de crear una escuela con discípulos que seguirán la escondida senda del maestro, al que admiran como lo que es: una auténtico líder en sus vidas científicas y personales.

Lamentablemente, López Otín, talentoso descubridor de nuestros paisajes genómicos, aún no ha sido capaz de identificar y aislar el gen de la maldad cotidiana, de la envidia malsana que invade los entornos que uno considera a menudo los más saludables e idealistas que existen: estoy refiriéndome a la Universidad, esa noble institución que surgió para incentivar el talento y la ambición de conocimiento, al amparo de valores éticos y morales que sean un ejemplo para toda la Humanidad.

La figura de Carlos López Otín ha internacionalizado como ninguna otra la Universidad de Oviedo, y la ha posicionado en el mapa de los grandes proyectos del genoma humano, y por ende de la vanguardia científica mundial. Pero eso poco nos importa, aquí siempre tenemos a la vieja del visillo, astuta, viperina, ociosa y mediocre, haciendo de las suyas, para poner en cuestión por nimios detalles las conclusiones y avances científicos del dignísimo heredero de Severo Ochoa y Margarita Salas.

El asunto es revolver y difamar, y de paso crear confusión, y por supuesto minar a la persona que está en el punto de mira del acosador o acosadores, que siempre suelen trabajar en equipo. Cuestionada la reputación científica, todo se torna más difícil a la hora de recuperar el equilibrio personal y la credibilidad, y a veces, se ha perpetrado un daño irreparable.

Personalmente, confío en que el profesor López Otín salga indemne de esta indecente tropelía que lleva el cuño de los zafios, envidiosos y mediocres (que también los hay en el ámbito universitario). Que para la próxima, si es que la hubiere, con algún otro científico de los de verdad, los revisores o auditores de las publicaciones científicas no sean unos cantamañanas que den pábulo a las maquinaciones de cualquier zote que pasaba por allí.

Le deseo al profesor López Otín la mejor de las venturas en el presente inmediato, y espero verlo algún día recogiendo el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, y el premio Nobel de Medicina.

Otín no está solo. Somos miles los que sabemos cómo es de axfisiante y destructivo el techo de la necedad allí donde florece.