¿En qué momento se estropeó España?

Tomás García Morán  

OPINIÓN

XOSÉ CASTRO

17 feb 2019 . Actualizado a las 13:29 h.

En su novela cumbre, Conversaciones en La Catedral, Mario Vargas Llosa, encarnado en el joven periodista Zabalita, se pregunta «en qué momento se jodió el Perú». O lo que es lo mismo, en qué momento una sociedad próspera y culta como era la peruana, quizás metáfora de la América Latina de la primera mitad del siglo XX, comenzó la deriva. Una reflexión que podría servir para Venezuela, Argentina, incluso Brasil, y por supuesto casi toda Centroamérica, con México a la cabeza. En qué momento Eldorado americano al que emigramos en masa los gallegos se empezó a convertir en la trampa que es hoy en día. ¿Cuándo se dio la vuelta al calcetín? ¿En qué momento empezó a ser más rentable el camino de vuelta?

Mal que bien, y con todos los matices ideológicos que se quiera, entre 1977 y 2007, España vivió los mejores años de prosperidad política y económica de su historia. En esos 30 años, los políticos del franquismo y la clandestinidad supieron construir juntos una de las democracias más sanas del mundo. Felipe González después pintó el país de color, le quitó la caspa y lo metió en Europa. Con todas sus sombras, ganan las luces de la justicia social, un sistema sanitario extraordinario y una igualdad de oportunidades en el sistema educativo que permitió a la generación erasmus salir a descubrir el continente y no ser los más tontos de la clase.

Con todas sus sombras e iconografía autoritaria, a Aznar (ayudado por el hoy presidiario Rodrigo Rato) le tocó situar a España en la senda de la modernidad económica y poner las bases para acabar con el terror etarra. Quizás España se empezó a joder con la ley del suelo de Rato y todo lo que trajo: la corrupción desaforada, la perversa relación entre el ladrillo y la política, la boda de la hija de Aznar. Nos creímos ricos y luego vino todo lo demás. El envilecimiento de la política que trajo el atentado del 11-M en Madrid, la pérdida del poder de la derecha tras ocho años al mando, la invención por parte del PP del estado de crispación, y la llegada inesperada al poder de esa calamidad llamada Zapatero. La cruda realidad económica del 2008, el empobrecimiento repentino, las bajadas de sueldos, la incapacidad del buenismo y la triple S zapaterista: Solbes, Sebastián y Salgado. Y entonces llegó Draghi y la crisis de los pigs, la bajada del precio del petróleo, más bajadas de sueldos, los chavales que salían de las facultades sin más esperanza que trabajar casi gratis o emigrar, las tiendas de campaña del 15M…

Mariano y Soraya después achicaron el agua como pudieron, Soraya más pendiente de conspirar y Mariano de fumar puros, leer el Marca y escaparse a las rampas de Armenteira a disfrutar del noble deporte del trote cochinero. Pero a la vez dejaron crecer un monstruo que ya habían incubado antes, en orden creciente, Felipe, Aznar y Zapatero: el del supremacismo pujoliano, nacido como cortina de humo para esconder, primero, la gran trama de corrupción y saqueo que ha sido en los últimos cuarenta años la política catalana. Y después para culpar a «Madrit» de los recortes.

Y en esas estamos. La última novedad es que por fin sacan a Franco del burato en unos días. De otra cosa no sabrán, pero de táctica política Sánchez e Iván Redondo han demostrado ser doctores. Y por tanto no hay que descartar que de aquí a abril consigan escorar un poco más a Casado a la derecha para que se esnafre contra Vox  (aunque, como los carritos malos del supermercado, ya se escora él solito), seguir retratando a Rivera como la gran veleta naranja y pescar en esa jaula de grillos en que ha acabado Podemos.

Lo que está claro es que España seguirá jodida, entrampada en debates cansinos y que no conducen a nada, posponiendo las grandes preguntas: cuál es nuestro lugar en este nuevo mundo, cómo vamos a acometer los retos científicos, tecnológicos, energéticos, demográficos, y por tanto éticos y morales que tenemos por delante.

Joaquín Sabina acuñó otra frase memorable durante el aznarismo: «Nos gobiernan los tontos de la clase, yo lo sé porque fui a clase con ellos». Todo en esta vida es susceptible de empeorar. Los que nos gobiernan ahora ya ni siquiera fueron a una clase. Se sacaron la carrera en una rifa. Estamos jodidos.