Hay personas al que el buen humor las acompaña siempre, incluso en los peores momentos de su vida. Personas como Michael Robinson que son capaces de relatar su cáncer en fase tres con una potente dosis de ironía para darnos una lección de cómo se debe afrontar la vida. Robinson lo hizo ayer en la entrevista que le dio a Susanna Griso, con ese acento tan inglés capaz de mirar a la muerte con sorna y dando un ejemplo de valentía. Sin caer en el victimismo, pero tampoco en la impostura del que se quiere mentir a sí mismo, Michael contó que tras el shock de la pesadilla, cayó en las mejores manos, las del doctor Emiliano Calvo. Unas manos que le han permitido someterse a un tratamiento de inmunoterapia que le ha abierto una ventana al porcentaje de la vida. «Tengo un 37 % de posibilidades de curarme -dijo Robinson-; no tengo efectos secundarios, me encuentro mejor que nunca, trabajo igual que hasta ahora y cuento todo esto porque soy un tipo transparente que no finge su buen humor». Esa forma de ser suya es todo un valor para quienes están en su misma situación y toda una referencia de sentido común para los que, ahogados en las miserias del día a día, nos quejamos cada cinco minutos de tonterías. «No tengo miedo a la muerte, solo siento una terrible tristeza de despedirme de mi familia antes que termine el partido». Michael Robinson es de los que sale siempre a ganar.
