Lo «playo» forma parte de la epigenética de Gijón. Y tal vez sea esta ciudad la única en el mundo donde una playa es, al mismo tiempo, un arenal a pie de mar y una mujer nacida o criada en esta urbe cantábrica, donde el romanticismo y el activismo social continúan a flor de piel. De una piel llena de heridas de guerra, de cicatrices de una intensa vida, de vocación pacifista, y de espíritu revolucionario en el más amplio sentido del término.
Como no podía ser de otra manera en este matriarcado marinero que es Gijón, las mujeres hemos llevado y llevamos muchas batutas, bajo las cuales han sonado melodías para los oídos más diversos.
Tal vez el movimiento vecinal gijonés, con gran protagonismo de las mujeres, sea junto con los estertores del movimiento obrero en la segunda mitad del siglo XX, el último y modesto testimonio de una sociedad viva y contestataria que hoy en día busca desesperadamente relevo generacional.
Laura Castañón, Natalia Cueto, Paloma Llanos, Maribel Lugilde, Montse Martínez, Melissa Mieres, Toni Rodero, Pilar Sánchez Vicente, Carlota Suárez, Chelo Tuya, Rosa Valle y yo misma somos eses doce playes, mitad mujer gijonuda, mitad playa de horizonte oceánico, que desde la personalidad, el bagaje y el sentido de la honestidad creativa de cada una, hemos compuesto de manera coral y armónica una melodía en doce tempos, a modo de reivindicativo homenaje de la memoria histórica del movimiento vecinal gijonés conjugado en femenino.
Y es que muchas veces un relato corto es como una vida entera que pasa ante tu retina y tu corazón en unos pocos minutos, con la intensidad de una alta dosis de adrelina que te invade de repente.
Ojalá estos doce relatos sean como doce playas, playas como la de San Lorenzo o la del Arbeyal, o la de Serín, o la de Estaño… Que sean espacio de libertad, de felicidad, de crítica constructiva o de reflexión activa. Ojala sean útiles y resulten placenteros.
Tomando como referencia las maravillosas metáforas de algunas de mis compañeras ‘playas’, ojalá estos relatos nos insuflen a todos ‘tinta en las alas’, o sean un ‘puente’ de solidaridad y justicia social hacia las mujeres y hacia todo el género humano, o establezcan un ‘círculo de compromiso’ que sea eterno.
Siempre he creído que la literatura es una vía hacia la fantasía, y también hacia la realidad, hacía los sueños y hacia las acciones de la vida cotidiana. En definitiva es una vía transformadora de la sociedad, para el progreso y la mejora.
Por ello, desde estas líneas celebro la iniciativa de la Federación de Asociaciones de Vecinas de Gijón, al dar voz a sus ‘playes’, para mostrar su lealtad a la memoria de las muchas mujeres anónimas y valientes que cambiaron nuestras vidas. Que lo hicieron desde la humildad, desde la solidaridad y desde una honestidad ejemplar, creyendo que la unión hace la fuerza y que juntas podían mover el mundo y cambiar la historia, escribiendo renglones de libertad, de apoyo de corazón y de humanidad.
Y es que todo aquello que nos hace mejores personas, nos hace más humanos. Y el género femenino sabe mucho de abnegación y ejercicio de las bondades del alma.
Mi corazón da gracias a todes estes playes, las que escriben y las que inspiran las historias, porque me han dado tanto…
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