Mi estimado colega Javier Valenzuela ha tenido la amabilidad y la oportunidad de recordarnos en estas fechas en que la ultraderecha ha contado con hasta 400.000 votos en las urnas de Andalucía, el país de Blas Infante y Fermín Salvochea, las imágenes de los presos políticos de la Topografía del Terror, el memorial que todo viajero con afanes de ilustración histórica puede visitar actualmente en Berlín.
El memorial está asentado sobre las ruinas de la sede de la Gestapo y las SS, en las calles Wilhelm y Prinz Albrecht. Las fichas de los detenidos corresponden a aquellos miles de militantes socialdemócratas y comunistas que en su día lucharon contra el nazismo, previendo lo que su victoria podría comportar y comportó. Conviene recordar en este punto que la primera vez que el Partido Nacional-socialista Obrero -tal como se le denominó en sus orígenes- se presentó a unas elecciones no llegó a lograr ni el 3 por ciento de los votos (1928). Se trataba por entonces de un partido subestimado que, con la gran depresión que azotó a Alemania en 1929, pasó en los comicios de 1930 a conseguir el 18 por ciento, con el Partido Comunista como gran adversario político a partir de ese año.
Por temor al comunismo, los empresarios y el gran capital se decantaron entonces por el partido nazi, que con ese respaldo convirtieron a judíos y comunistas en los grandes enemigos del país. Ese mensaje caló rápidamente en amplios sectores de la sociedad -incluidos los trabajadores desempleados- en un contexto grave de crisis socio-económica, una de esas crisis con las que de vez en cuando nos obsequia el capitalismo. Fue en ese momento cuando comenzó el sabotaje y la violencia contra esos dos enemigos, creando una imagen de caos que beneficiaba al partido nacional-socialista como garante del orden, de ahí que en las elecciones de 1932 obtuviera el 37 por ciento de los votos.
En 1933, Adolf Hitler fue nombrado canciller, previo acuerdo de su partido con los de la derecha moderada. Hubo periódicos, sin embargo, que ni en esas circunstancias veían la posibilidad de que Alemania llegara a tener un régimen totalitario, incluso entre la prensa judía -sería muy interesante al respecto revisar las hemerotecas-. Lo cierto es que los nazis pasaron en cuatro años de ser un fuerza residual a ocupar el poder, beneficiándose de la crisis y del odio, y también del ninguneo y menosprecio de los medios, buena parte de la sociedad y los restantes partidos políticos.
Si siempre ha sido necesario mantener en la memoria la identidad y la acción de las mujeres y hombres que figuran en la fotografía del memorial berlinés, nuestro tiempo aconseja que esa memoria reviva en tiempos sombríos, que diría Bertold Brecht.
PS. Escrito lo anterior, leo este interesante artículo en el diario Sur de Málaga. Son las reflexiones de Juan Naranjo, un profesor de Historia de esa ciudad al ver a adolescentes a los que dio clase seducidos por la ultraderecha. Sus sensaciones las plasmó en un hilo en Twitter que se ha hecho viral: «En mi clase, delante de mis ojos, estaban creciendo fascistas». En este artículo explica qué le llevó a escribirlo y las reacciones que ha recibido: Los cachorros de la reconquista.
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