Vuelco histórico de tal magnitud que resulta difícil calibrarlo en un comentario de urgencia. Descalabro del PSOE: pierde el poder después de 36 años. La izquierda cede su hegemonía. Irrumpe Vox con inusitada e inesperada fuerza: la extrema derecha coloca una pica en España después de cuarenta años de democracia. Andalucía, a mayores, desbarata el escenario político español y amenaza con sepultar el bipartidismo que ya, en esa misma región, había saltado por los aires en el 2015. Y un dato más: la baja participación, el desgaste de los partidos y la irrupción de la ultraderecha son síntomas de la delicada salud de la democracia española.
Repasemos los baremos tradicionales que nos servían para calibrar el éxito o el fracaso electoral. De hecho, una vez conocido el escrutinio, cada candidato elegía el que más le convenía para endulzar su derrota o magnificar su victoria. Utilicemos cuatro de ellos para comprobar quién ha ganado ayer.
El primer listón lo marcan los resultados de los comicios precedentes: ¿Quién ha subido, quién ha caído, quién ni fu ni fa? En relación con el 2015, Vox multiplica por más de veinte su respaldo electoral y obtiene 12 escaños. Ciudadanos se consuela: duplica porcentaje de votos y escaños. Los demás se hunden en mayor o menor medida.
El segundo baremo lo marcan las expectativas creadas, el estado de opinión generado por las encuestas previas: ¿Qué resultados esperábamos y cuáles se produjeron? PP y Ciudadanos cumplieron las expectativas: obtuvieron el número de escaños que pronosticaban los sondeos. La izquierda -PSOE y Adelante Andalucía- obtuvo 12 escaños menos de lo esperado. Y Vox multiplicó por seis las profecías demoscópicas.
¿Y quién está en condiciones de formar gobierno o de obtener algún bocado de poder? En este apartado gana el PP, con el concurso de los otros dos partidos de derechas. Juan Manuel Moreno será el primer presidente no socialista de la historia de la autonomía andaluza.
El cuarto baremo, este más cualitativo que cuantitativo, hay que entenderlo en clave nacional: las andaluzas eran las primarias de las próximas elecciones generales. Estaba en juego la resistencia del Gobierno y la fecha de los comicios. Después de la sentencia andaluza, a Pedro Sánchez no le queda otra que la convocatoria inmediata de elecciones. Se examinaban también los nuevos líderes. Pablo Casado supera la prueba. El PP pierde siete diputados, pero lo compensa con la ganancia de una presidencia autonómica y con el desplome de su gran rival, el PSOE, que pierde catorce escaños. Pero el sobresaliente lo acapara Santiago Abascal. De él oiremos hablar mucho los próximos meses: Vox se ha convertido en el quinto partido del país.
Y esa es, para mí, la peor noticia. Nos creíamos inmunes a la ola de partidos eurófobos y xenófobos que recorre Europa, ajenos a ese viaje a las tinieblas que nos proponen, y resulta que la extrema derecha ya está aquí. Menos mal que aún nos queda Portugal: el único país todavía no invadido por la plaga.
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